La movilización es el único camino para cortar la sangría de derechos que está sufriendo la clase trabajadora. El 19 de febrero de 2012 los sindicatos mayoritarios convocan la primera de estas movilizaciones contra la reciente reforma laboral. Independientemente de la simpatía que pueda sentirse hacia aquellos sindicatos, la movilización ha de ser masiva.
La reciente reforma laboral anunciada por el actual Gobierno representa una nueva agresión a los intereses de los ciudadanos. Como explica el profesor Vicenç Navarro, "estas medidas, que el Gobierno de Rajoy está imponiendo, son el resultado de la alianza de la banca con la gran patronal, utilizando la crisis como excusa para conseguir lo que siempre han deseado: el desmantelamiento del Estado del Bienestar y el debilitamiento de la clase trabajadora"[1]. El siguiente paso en este camino de recortes será la limitación del derecho a huelga, como ya piden abiertamente los grandes empresarios y aceptan algunos partidos políticos[2].
Hemos de recordar que tanto asalariados como pequeños empresarios y autónomos somos el eslabón más débil de una cadena que cada vez se tensa más. Desde los grandes poderes han descubierto que una situación de crisis permanente les beneficia de tal modo que no les resulta para nada apetecible salir de aquélla. Hemos de tener desde ya algo muy claro: esta crisis continuará mientras nos quede algún derecho a los trabajadores. ¿Estamos dispuestos a renunciar a nuestros derechos con tal de salir de la crisis?
Mientras las estadísticas nos muestran un estado cuyos habitantes ven reducir sus estándares de vida y los niveles de pobreza alcanzan niveles muy preocupantes, donde día a día se comprueba la continua degradación de nuestros servicios públicos: escuelas sin calefacción, impago de medicamentos a las farmacias, hospitales con menos medios disponibles, por falta de unos presupuestos se derivan hacia la banca privada. Estas situaciones, junto al creciente desempleo, son elementos de desmoralización de las masas, así como un medio para generar conformismo desde el momento en que cualquier trabajador sabe que "tiene un ejército de parados detrás suya que con gusto trabajaría por mucho menos sueldo".
Desde el momento en el que aceptamos ese juego, del que seremos eternos perdedores, dejamos de ser dueños de nuestros destinos. Al respecto, hemos de tener algo muy claro: un trabajador sin derechos no es un trabajador, es un esclavo. La ciudadanía de hoy se encuentra ante la tesitura de responder a las agresiones de los grandes poderes, a decir "no" a la condena a una esclavitud de facto. La movilización es el único camino. No vale justificar la inacción con tópicos como que no vamos a seguir el juego a unos sindicatos mayoritarios "vendidos" y que nunca hacen nada. La fuerza no está en las siglas de ningún sindicato, la fuerza está en la unión y organización de los ciudadanos y, sobre todo, en el único modo de hacer oír de la ciudadanía: la movilización.
[1] Vicenç Navarro: "La importancia de movilizarse en contra de las medidas neoliberales". Sistema, 17 de febrero de 2012.
[2] "El Gobierno está dispuesto a revisar el derecho de huelga". Público, 18 de febrero de 2012.
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