lunes, 4 de junio de 2012

"Tenemos lo que nos merecemos": un ejemplo de manipulación contra la clase trabajadora

Tras enterarme de la noticia, confieso que mi primera reacción fue de perplejidad. ¿Cómo es posible que la gente prefiera los toros al empleo? La sucesión de sentimientos que me envolvieron a continuación pasaron del cabreo a la indignación: "tenemos lo que nos merecemos", pensé. Entonces fue cuando me di cuenta de que había caído en una sutil trampa.

Los medios de comunicación tradicionales, los mismos que dependen de grandes empresarios que defienden abiertamente la precariedad laboral -aunque lo hagan bajo el eufemismo de la competitividad-, se hacían eco de un referéndum en el que participaron tan sólo 423 personas. ¿Desde cuándo el establishment mediático presta tanta atención a asuntos de tan poco calibre? Con el Estado español a punto de ser rescatado, la noticia es que los vecinos de un pequeño término municipal deciden que su modesto presupuesto en actividades taurinas siga siendo empleado para tal fin.

Mientras, en algunos foros, contagiados por la misma sensación de indignación, se apresuraron a censurar la actitud de los habitantes de la zona, habiendo quienes los calificaron con toda la sarta de improperios que suele decirse en tales ocasiones, siempre bajo el amparo del anonimato. La conclusión para gran parte de los foreros era el consabido "tenemos lo que nos merecemos". Pero es que, ¿acaso nadie se pregunta por los motivos que llevaron a muchos a votar a favor de la suelta de vaquillas? Encontrándonos ante un municipio azotado por el desempleo, que alcanza al 25% de la población, la lógica nos indica que el voto por el empleo tendría que haber arrasado en las urnas.

Una lectura sosegada de la noticia[1] -tras digerir el impacto del titular-, aporta más información que permite comprender -que no compartir- los resultados de la consulta. Resulta que el Ayuntamiento de Guijo de Galisteo (Cáceres), recientemente salpicado por la lacra del transfuguismo, decide plantear a los habitantes de tres de sus poblaciones el uso que dar a los 15 mil euros de presupuesto que, cada año, se emplea para la suelta de vaquillas en las fiestas locales. La decisión a tomar era o mantener su uso en aquella tradición o emplear el dinero para realizar contratos eventuales a gente del pueblo que lo necesitara. El resultado fue a favor de la suelta de astados en dos de las poblaciones, mientras en la tercera se eligió emplear el dinero para dar trabajo.

Aunque el empleo ha de ser un móvil preferente -es lo que muchos hubiéramos votado en cualquier caso-, sobre todo en los tiempos que corren, y el deseo de todo buen ciudadano es la desaparición del paro, la realidad es que con 5 mil euros por población pocos empleos se van a crear. Hablamos de unos pocos jornales que, si bien aliviarían temporalmente la situación de alguna familia, serían de duración muy limitada. "Puestos de trabajo eventuales", decía el Ayuntamiento en las condiciones de la consulta popular, nada más. Quizás la clave viene de la respuesta de un chico entrevistado por un periódico, quien decía hacer votado a favor de las vaquillas porque "es lo que nos gusta aquí y por eso he votado a favor de esa opción porque el empleo municipal ya sabemos que aquí va siempre a las mismas personas"[2].

A pesar de lo que dicen los titulares, los presupuestos implicados en la consulta sólo afectan a la suelta de vaquillas. Las tradicionales corridas de toros que se celebran en el pueblo, más caras y de disfrute limitado a quienes puedan pagarse la entrada, no se verían afectadas. Así, a aquellos que criticaron al "pan y circo" votado por los guijeteños, habría que puntualizarles que el "circo" jamás corrió peligro. De incluirse realmente los toros en la consulta, habría disponible un presupuesto mucho mayor que quizás hubiera dado para crear algún empleo de carácter estable en el pueblo. Ante tales condiciones, es razonable pensar que el resultado hubiera sido distinto; al menos se hubiera movilizado más población, pues a esta consulta sólo acudió a votar una tercera parte de los electores. La mayoría de la población de Guijo comprendió que aquel "democrático" dilema que se les planteaba no era más que un brindis al sol que nada iba a solucionar, quizás una desesperada cortina de humo para hacer olvidar el reciente episodio de transfuguismo en el Ayuntamiento.

Quizás la gente no sea tan tonta, ni los guijiteños tan "ignorantes". A pesar de las declaraciones de algunos jóvenes lugareños -entrevistados por los mismos medios- que afirmaban anteponer la diversión al trabajo, la historia de fondo es la repetida desconfianza hacia nuestras administraciones públicas, fruto de la habitual falta de transparencia, de la lacra del enchufismo y el clientelismo que tanto daño hacen a nuestros pueblos y ciudades. Claros síntomas del déficit democrático que sigue existiendo en nuestras instituciones. En definitiva, independientemente de la elección del voto, gran parte de los habitantes de Guijo fueron conscientes de que el resultado de la consulta no iba a cambiar el destino de los parados su pueblo. Por eso la mayoría ni se molestó en votar.

Sin embargo, tertulianos oportunistas, a nómina de algunas de las grandes empresas que controlan los medios de comunicación, ilustrarán este suceso como ejemplo la ignorancia supina del pueblo español. Nos recordarán que "tenemos lo que nos merecemos". El argumento será que, para una vez que se nos deja elegir, tomamos la peor decisión. Una peligrosa y casi inevitable reflexión subyacente detrás de noticias como ésta, un pequeño aleccionamiento para que aprendamos a aceptar las decisiones de quienes oficialmente verdaderamente saben: expertos tecnócratas, gurús de la economía, las finanzas y el mercado laboral. Aunque hoy haya más desempleo que nunca.

Y es que, cuando interesa, es conveniente recordar y magnificar los peores defectos de la raza patria. Si tenemos políticos corruptos, es por la picaresca española, pues todos haríamos lo mismo si nos encontrásemos en el lugar de aquéllos. Si ahora estamos en crisis, es porque los españoles no fuimos previsores y, por tanto, vivimos por encima de nuestras posibilidades. Tantas patrañas que, poco a poco, van calando en el subconsciente hispano. Y terminamos aceptándolas como algo normal por lo que, en el fondo, tenemos merecido lo que nos ocurra. ¡Qué peligrosa es la manipulación de los medios cuando estamos con la guardia baja!

Por cierto, aquellos tertulianos que tanto repetirán el "tenemos lo que nos merecemos" bien podrían aplicar el mismo criterio a la hora de hablar sobre el actual Gobierno, cuya mayoría absoluta utiliza sistemáticamente para incumplir gran parte de sus promesas, castigando con aquélla a todo un pueblo, incluyendo a quienes le otorgaron su confianza.


[1] "Los toros ganan al empleo en un referéndum en tres poblaciones de Cáceres". Cadena SER, 3 de junio de 2012.
[2] "Los toros ganan al empleo en el referéndum de Cáceres". El Mundo, 3 de junio de 2012.
[3] "Las mentiras de Rajoy". Cadena Ser, 27 de abril de2012.

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