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Resulta muy significativo que un jefe sindical de la Policía se lamente por la falta de reconocimiento que tienen las unidades de antidisturbios por parte de la sociedad. Quizás sea el momento de que se abra un debate acerca del papel que el Gobierno está otorgando a este cuerpo de élite, convertido en ariete contra las movilizaciones populares opuestas a las nefastas políticas de recortes. Hemos llegado a una situación en la que los gobernadores civiles arrojan la piedra para luego esconder la mano, cuando en demasiadas ocasiones estas piedras, porras o pelotas de goma protagonizan agresiones a quienes decidieron salir a la calle a defender unos derechos. Aún la lógica del miedo a sanciones por desobedecer las órdenes de los gobernadores, no se puede esperar que la sociedad comprenda ni acepte imágenes de desahucios a la fuerza, golpes, palos y detenciones de difícil justificación. La imagen de un cuerpo de seguridad convertido en guardaespaldas de los ricos jamás será útil para obtener el reconocimiento de la sociedad cuando lo que se espera de su lado es la defensa de los intereses de la mayoría, del pueblo del que también son parte.
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