jueves, 12 de julio de 2012

El arte de gobernar dando pena

Cada nuevo anuncio de recortes al cada vez más famélico Estado del Bienestar en España va inexorablemente acompañado de lastimosas disculpas del tipo "no queríamos, pero no quedaba más remedio que hacerlo". La realidad, que ha de ser comprendida por la población, es que todas estas medidas agresivas hacia la ciudadanía tienen un fuerte trasfondo ideológico, y por tanto son evitables y reversibles.

Mariano Rajoy se ha superado a sí mismo en su lamentable juego de opacidad hacia la ciudadanía, dobles sentidos y falsas promesas[1]. En un nuevo ejercicio de servilismo hacia los grandes poderes económicos, el lánguido Estado del Bienestar sufre un nuevo revés por parte del Gobierno. El esperpento alcanzó su cenit en el Congreso durante los aplausos de todo el Grupo Popular que, de aquel modo tan sonoro, arropaba a su presidente[2].

No busca este artículo criticar a la figura de Rajoy por unas decisiones que no dejan de ser completamente coherentes con el dogma que profesa. Ni siquiera se trata de abundar en las posibles maldades de tal o cual grupo político, pues todo sigue, como es de esperar, un guión perfectamente escrito por los ideólogos neoliberales que rigen el destino de Europa; un guión lejos de conspiraciones, tan sólo consecuente con la más peligrosa ideología basada en la explotación del hombre por el hombre. Es decir, del pobre por el rico. La razón de ser de estos modestos párrafos es lamentar el lloriqueo, el teatrillo barato, la obscena hipocresía que subyacen tras la justificación de cada recorte, de cada ataque a la población en forma de decreto.

Dar pena es, muy posiblemente, el peor y más lamentable modo de justificar los actos propios. En tiempos como los que nos toca vivir, donde el significado del término crisis abarca más allá de lo financiero y alcanza a lo ético, bien se hubiera agradecido la valentía de decir las cosas por su nombre, con firmeza y sinceridad. A estas alturas, casi es preferible que nuestros gobernantes reconozcan su dependencia de terceros, que España se ha convertido en un protectorado de Alemania o, hablando con más propiedad, de la banca privada alemana. Ha de quedar bien claro, aunque eso no lo cuente la prensa tradicional, que todas las medidas impuestas por "los socios europeos", quienes "esperan la máxima disciplina"[3], tienen como fin último asegurar la devolución de la deuda contraída por el Estado español -y sus respectivos intereses- a los bancos europeos que la financian[4]. No en vano, cuando el Presidente afirma que hace "lo único que conduce a la recuperación y es el que tenemos la obligación de seguir, y el que vamos a recorrer sin vacilaciones"[5], bien haría en mirarse en el espejo de Grecia, cuyos sucesivos gobiernos han seguido el mismo camino de recortes que hoy empobrecen a la ciudadanía española. Un estado que, por cierto, comparte con España el tutelaje económico de Europa[6]. El lastimoso modo de anunciar los últimos recortes contrasta, sin embargo, con la triunfalista afirmación de Rajoy de haber cumplido la mitad de las medidas anunciadas durante su discurso de investidura[7], punta de un iceberg de la cadena de agresiones que llevamos sufriendo y las que nos esperan, todas parte de la hoja de ruta fijada por la FAES[8], el think-tank al servicio de los grandes poderes españoles y europeos. 

No es necesario que, a estas alturas, venga nadie a llorar a la ciudadanía para recordar que "las medidas anunciadas no son agradables (...) pero sí son imprescindibles"[9]. Resulta cansino el recurrente paternalismo agrio con el que, cada vez que tiene ocasión, se nos reprocha que todo se hace por nuestro bien. La imagen de abnegados gobernantes que se parten la cara por nosotros, que hacen "lo único que se puede hacer para salir de esta postración"[10], dista mucho de la realidad en la que nuestra cara -la de los ciudadanos- es destrozada con tal de satisfacer a grandes banqueros y empresarios[11], según siempre la línea trazada por su dogma ideológico.

Por eso mismo, ya de perdidos al río, se agradecería una declaración de nuestros mandatarios a la altura de su fidelidad al libre mercado en la que nos reconociesen que su leiv motiv es el capitalismo per se. En vez de escudarse en que "gracias a esos sacrificios individuales, podremos salvar lo que compartimos"[12], mejor sería que explicasen que toda esta crisis no es más que un montaje, un fraude que les está sirviendo para demostrar lo eficientísimos capataces que son. Capataces al servicio de amos que controlan bancos y corporaciones, enemigos estos últimos de la democracia cuando ésta implica límites a su poder.

A la proclama de que seamos "una Nación dispuesta a sacrificarse para conquistar un futuro mejor"[13] habría que preguntar, ¿un futuro mejor para quiénes?: ¿para los hijos de los trabajadores que no podrán ir a la universidad?, ¿para los millones de jóvenes que han de hacer sus maletas y abandonar su tierra para encontrar el futuro que aquí se les niega?, ¿para quienes estamos condenados a jubilarnos de ancianos, sin duda mucho después de cumplir los 67 años?[14] No hay futuro dentro de un modelo económico que se nutre del esfuerzo de las personas, a quienes reducen a números, a carne, o -como está ahora de moda decir- a recursos.

El futuro no puede estar en manos de quienes salvan bancos privados con fondos públicos, ni puede estar basado en recortar derechos y prestaciones a los ciudadanos mientras a los ricos se les premia con amnistías fiscales. Por mucho que nuestros gobernantes juren y perjuren que no hay alternativas, la realidad demuestra que sí las hay, pero se encuentran fuera del dogma ideológico abrazado tanto por el Gobierno actual como los anteriores. El camino hacia una barbarie social está trazado, una ruta cuyo destino es la condena a los españoles a convertirse en súbditos sin derechos. Un camino basado en una ideología contraria a la población trabajadora, del que no se podrá salir hasta que la sociedad tome conciencia de esta grave situación y actúe en consecuencia. Aún hay esperanza.


[1] "Rajoy: 'chuches', mentiras y cintas de vídeo". La Información, 12 de julio de 2012.
[2] "Los nuevos ajustes de Rajoy y los aplausos del PP exaltan a la oposición". Heraldo de Aragón, 11 de julio de 2012.
[3] "Rajoy sube el IVA, quita una extra a los empleados públicos y recorta la prestación del paro". RTVE Noticias, 11 de julio de 2012.
[4] Vicenç Navarro: "El por qué de los recortes". Público, 12 de julio de 2012.
[5] "Diez frases de un Rajoy más “franco” que nunca". La Información, 12 de julio de 2012.
[6] "La UE impone al Gobierno un supervisor para los Presupuestos". Público, 10 de julio de 2012.
[7] "El Gobierno ve cumplido el 50 por ciento de las promesas de la investidura". Las Provincias, 9 de julio de 2012.
[8] "Aznar pone FAES al servicio de Rajoy para ‘vender’ su agenda de reformas". El Confidencial, 21 de junio de 2012.
[9] "Diez frases de un Rajoy más “franco” que nunca". Op. cit.
[10] Ibid.
[11] "La patronal critica la subida del IVA pero respalda los recortes de Rajoy". Madrid2 Noticias, 12 de julio de 2012.
[12] "Diez frases de un Rajoy más “franco” que nunca". Op. cit.
[13] Ibid.
[14] "El Gobierno prepara una rebaja de las pensiones para compensar el aumento del déficit de la Seguridad Social". Vozpópuli, 12 de julio de 2012.

1 comentario :

  1. Gracias por este artículo! Dar pena es, como dices, un modo muy perverso de justificarse, apelando al cerebro emocional y a la empatía de la que ellos carecen para imponer una decisión ideológica que revisten de científica, infalible, imprescindible, y demás insidiash.

    Es verdad que vivimos en un mundo de efectos, y que mientras la causa sea el dogma liberal no importan las lágrimas de cocodrilo de la ministra italiana, si termina cediendo ante la banca alemana http://www.vnavarro.org/?p=7516 y estrangulando a los trabajadores. Pero creo que el que llore quizá muestre cierto dolor ante la injusticia, un poco de impotencia aunque sea sólo por saber que peligra su cargo al aplicar medidas a las que sus votantes se oponen. Y sobre todo, creo que al menos al congraciarse reconoce implícitamente que necesita la aquiescencia de la ciudadanía para imponerse, y construye un contexto que complica el que sigan imponiendo retrocesos: no es lo mismo que la gente tome conciencia de la gravedad de las "medidas", a verles aplaudiendo recortes draconianos, que el presidente se jacte de que él (y sus 250.000 futuros antidis-turbios) seguirán adelante le pese a quien le pese, y que le espeten a Centella que se vaya a Cuba y a los sindicatos que se quejen menos y trabajen más.

    A alguna gente de derechas "muy de la patria" no le han gustado los aplausos y el bloque que han formado para apretar a los españolitos. No tienen conciencia de clase, pero sí de nacionalidad, y les duele ver cómo desmantelan su país. Es deplorable que no reaccionaran cuando atacaron al Estado del bienestar y se cabreen ahora que van a por el Estado en sí (que ellos conceptualizan como bares que cerrarán por la subida del iva). Hay que tener presente que muchos tontantes del pp son pequeños empresaurios a quienes contraría estar transigiendo con impuestos para que amnistíen a las grandes fortunas. En intereconomía ya culpabilizan a las autonomías, que son muy caras y deberían centralizarse desde el Madrid del bipartidismo, no desde Sol y la Castellana.

    Hay esperanza porque empiezan a vislumbrar que esos políticos no les representan, tampoco les gusta la niña de Fabra y su "que se jodan". De momento no se revuelven porque siguen creyendo no en el líder pero sí en su dogma y creen que no hay otra salida. También ellos son necesarios e incluso habría puntos en común, pero claro, es difícil hacerles saber que hay alternativas y que deberíamos unirnos cuando sus "medios" inoculan miedo y división, y siguen culpando a Zapatero. Lo bueno de esta situación insostenible es que más pronto que tarde todos los de abajo nos uniremos contra los de arriba, y ya veremos qué somos capaces de construir... :)

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