viernes, 21 de diciembre de 2012

Lobos con piel de tuitero

Las redes sociales muestran que no es oro todo lo que reluce. La impoluta corrección de algunos políticos en campaña contrasta con las cosas que escriben en las redes sociales en sus momentos de mayor relax. Todo un escaparate que oculta el resentimiento que muchos guardan hacia quienes perciben como distintos.

Si hay algo que agradecer a las redes sociales es que, en contadas ocasiones, se convierten en involuntarios escaparates de los prejuicios de quienes nos gobiernan. La asepsia de lo políticamente correcto, de la disciplina de partido, del culto por el voto a través de la imagen, demuestra ser poco más que un atrezo del teatro político instrumentalizado por aquellos que basan su supervivencia política en caer bien para que alguien los vote. Sin embargo, el buenrrollismo que algunos personajes públicos pretenden aparentar se demuestra que no es más que fachada desde el momento en el que se les escapa alguna opinión o idea fuera del guión establecido en las normas no escritas del marketing político.

De ahí que Twitter o Facebook, esas nuevas herramientas de popularidad en la red, se conviertan en armas de doble filo. Gracias a aquéllas hemos descubierto la afición de Fátima Báñez a los juegos del móvil[1], cosa anecdótica incluso para una ministra de Trabajo con la salvedad de que, visto su éxito en el cometido para el que le asignaron un ministerio, tendría que aplicarse más en estudiar cómo asentar las bases para generar empleo de calidad y menos en batir récords en el Bubble Shooter.

Pero la cuestión no es que las redes sociales puedan ser indicativas de la inoperancia de algunos gobernantes, pues, vistos los resultados, para eso se bastan ellos solitos[2]. El problema es que Twitter o Facebook nos muestran la cara menos amable de algunos de quienes nos representan, sus prejuicios más profundos. Nos enteramos que un concejal valenciano se dedica a crear entradas en Facebook cargadas de contenido racista e intolerante[3] que recuerda demasiado a las opiniones que abiertamente muestran algunos colaboradores de la caverna mediática, como aquél que calificó de "guarra", "zorra repugnante" y "puerca" a una consejera de la Generalitat catalana[4], o el que igualmente insultó a la presentadora Beatriz Montañez[5].

Es cuestión de responsabilidad. Los tiempos que corren recuerdan demasiado a épocas pasadas en las que se alentaba al odio y al desprecio hacia el distinto, sobre todo en cuanto a ideología. Un resentimiento hacia los más débiles que perfectamente se puede resumir en el "¡que se jodan!" de Andrea Fabra[6]. En el fondo, se trata de un mensaje directo de estos palmeros del espectro político más rancio -tanto políticos como tertulianos- a sus amos, los grandes poderes, con el propósito de hacerles llegar su disposición a continuar haciendo lo necesario para desposeer a los ciudadanos de cualquier derecho que obstaculice su hegemonía.


[1] "Fátima Báñez y el juego Bubble Shooter eclipsan a Mariano Rajoy en Twitter". El Mundo, 10 de junio de 2012.
[2] "El 98% de los españoles cree que la situación económica es "del todo mala"". El Economista, 20 de diciembre de 2012.
[3] "Dimite un concejal del PP en Valencia por un texto racista y xenófobo en Facebook". El Huffington Post, 20 de diciembre de 2012.
[4] "Un tertuliano de Intereconomía califica de “puerca” “guarra y zorra” a una consejera catalana". Radiocable, 7 de junio de 2010.
[5] "Beatriz Montañez contesta a los insultos de Intereconomía". La Sexta Noticias, 27 de julio de 2011.
[6] "El PSOE exige la dimisión de Andrea Fabra por gritar "¡qué se jodan!" en el Congreso". La Vanguardia, 13 de julio de 2012.

Hoy es, de nuevo, el fin del mundo

Reflexiones sobre el particular fin del mundo que nos espera a cada persona, independiente a cualquier profecía, que sin duda se acelerará para muchos ante la violencia de los recortes en gastos sociales que empeoran las condiciones de la mayoría.

Parece que nos encontramos ante un nuevo día del fin del mundo. No es el primero ni parece que será el último para esta humanidad que parece compartir globalmente -salvo honrosas excepciones- el rancio regusto por la autodestrucción.

El fin del mundo de esta ocasión es el que supuestamente profetizaron las altas jerarquías religiosas mayas. Sin ánimos de poner en duda los magníficos conocimientos astronómicos de aquella cultura, la osadía por parte de unos sacerdotes de poner fecha al fin del mundo es equivalente a la de sus colegas de profesión de hoy en día al afirmar categóricamente que el sexo por placer es pecado. Paradojas de la vida, al igual que quienen más penalizan el contacto carnal son célibes, es de lamentar que quienes profetizaron este particular fin del mundo lo sufrieran por adelantado varios siglos antes a causa del brusco avance del desalmado colonialismo europeo.

No obstante, lo del fin del mundo es más bien cuestión de leyes naturales. Algún día la Tierra será inhabitable, lo que supondrá el final sin remedio, incluyendo el de la humanidad, si es que ésta no ha puesto durante ese intervalo los recursos necesarios para expandirse a otros mundos. La comunidad científica tiene claro que la condición de inhabitabilidad vendrá con la evolución del Sol, cuando éste llegue a convertirse en una estrella tan brillante, y emita tanta energía, que provoque la evaporación de los océanos.

El plazo de diez mil millones de años que ha de transcurrir para que el Sol se vuelva nuestro enemigo implacable es más que suficiente para que la humanidad continúe haciendo de las suyas: guerras, pobreza, hambrunas, destrucción de la naturaleza. Lacras todas ellas que tienen dos elementos en común ligados en un terrible círculo vicioso. Por un lado están las víctimas, siempre los más desfavorecidos. Por otro, la causa principal, la codicia. Un codicia que antepone el bienestar de unos pocos privilegiedos a la salud del medio ambiente, al bienestar del resto de las personas.

Hay quien dice que la muerte, el particular fin del mundo de cada individuo, es la única justicia que existe. Como una especie de demostración de justicia universal, cada ser humano, sea rico o sea pobre, tiene su particular fin del mundo. Un final inanimado, un último acto en el teatro de la vida, un cuento cuya conclusión es inevitablemente triste.

Sin embargo, el reparto de papeletas para el fin del mundo individual es excesivamente injusto, a causa de la infinita codicia de los más poderosos. Así, para algunas personas, el fin del mundo está forzosamente demasiado cerca. Y se aproxima aún más con cada medida que redunda en contra de su calidad de vida.

¿Alguien duda aún de que los recortes en sanidad, en dependencia, incluso en educación, redundarán en una disminución de la esperanza de vida en España? Miles de familias sostenidas casi exclusivamente por las pensiones de los abuelos ven como éstos llegan incluso a renunciar a gastar dinero en tratamientos médicos necesarios para prolongar su vida. Otros tantos ancianos, simplemente encuentran imposible pagar por medicamentos que antes no les costaba un céntimo. Trabajadores jóvenes, en precario, con jornadas interminables, mal pagadas, con el estrés continuo de la doble amenazada del despido y la hipoteca, ven prematuramente desgastar sus energías, mientras otros, que ni siquiera sueñan con encontrar trabajo, deciden acabar prematuramente con sus vidas.

Ante el panorama de barbarie que nos están construyendo desde la codicia, ¿a quién le preocupa una simple profecía?

domingo, 9 de diciembre de 2012

Diccionario de la Crisis: juego parlamentario

juego.
(Del lat. iocus).
~ parlamentario. 
1. m. Maniobra política llevada a cabo por un grupo parlamentario consistente en votar inicialmente en un sentido, que beneficiaría a los ciudadanos, para pasar a votar luego justamente lo contrario, que pasaría a perjudicarlos. Es un juego parlamentario, un juego de trampas parlamentarias. Es muy interesante, muy bonito, pero al final quien lidia con la crisis es el Gobierno.*


[*] "Engañar a los jubilados con la subida de su pensión es un "juego parlamentario muy bonito", según el PP". Diario Progresista, 4 de diciembre de 2012.