El próximo cruce futbolístico entre las selecciones de Alemania y Grecia en la Eurocopa es señalado, por algunos medios, como el partido en el que los griegos podrán desquitarse de los alemanes que amenazan su soberanía. La realidad es que el partido ya se jugó el pasado domingo, en unas elecciones en las que ganó el equipo por el que había apostado la oligarquía Alemana.
"Grecia puede ganar a Alemania"[1] repiten los medios de comunicación griegos para el aleccionamiento de una población desmoralizada, que comprende que la fuente de sus problemas se encuentra en Alemania. El cruce de cuartos de final en la Eurocopa es el único desahogo que se permite a la ciudadanía griega, una concesión de fútil esperanza en forma de victoria futbolística.
"Grecia puede ganar a Alemania"[1] repiten los medios de comunicación griegos para el aleccionamiento de una población desmoralizada, que comprende que la fuente de sus problemas se encuentra en Alemania. El cruce de cuartos de final en la Eurocopa es el único desahogo que se permite a la ciudadanía griega, una concesión de fútil esperanza en forma de victoria futbolística.
Sin embargo, a pesar de la pasión entre los hinchas de una afición, transmitida por igual al resto de un pueblo que sufre la vejación del desmontaje del Estado del Bienestar, tan sólo se trata de fútbol. Noventa minutos de gritos, aplausos, emoción, frente a cuatro años de crisis, y los que quedan por venir. El circo mediático vuelve a cumplir su papel amnésico para que el pueblo griego proyecte a través de sus seguidores -quienes aún tengan la posibilidad de costearse un viaje a Polonia- la frustración de sentirse la cenicienta de Europa, los eternos morosos, los pobres sin remedio.
Pero los griegos se encontrarán ante un espectáculo participado por once millonarios en cada mitad del campo: magníficos futbolistas, apasionados de su deporte, que simplemente irán a realizar su trabajo. La eventual victoria de Grecia será únicamente el resultado de una disputa deportiva en la que sólo puede ganar uno. Las banderas, la tarde del jueves 22 de junio, tendrán aún menos significado. La gloria de Grecia, para el pueblo griego, no cambiará con el resultado de un partido de fútbol.
Y es que el verdadero Grecia-Alemania se jugó en casa unos días antes. Un partido entre el pueblo griego y el capital privado alemán. Una disputa cuyo campo de fútbol se extendía por toda Grecia, de la que muchos ciudadanos no supieron apreciar su alcance. La intromisión de Angela Merkel, un día antes de las pasadas elecciones, pidiendo el voto para quien fuese a mantener sus compromisos con Alemania[2] fue el primer aviso de gol. El siguiente intento de gol vino por parte de Jean-Claude Junker, presidente del Eurogrupo, quien advertía de consecuencias "imprevisibles" en caso de una victoria de Syriza[3].
Miedo, intromisión, continuas injerencias. Todo el establishment mediático europeo se había unido al once titular de Alemania en su particular intento de golear al pueblo griego. La edición alemana de Financial Times pedía directamente el voto para Samarás y su partido Nueva Democracia[4].
Finalmente, en el último minuto, llegó el gol que decidiría la contienda. Fue en propia puerta. El pueblo griego había renunciado a pelear, aunque muriese en el intento, por elegir su destino. Los resignados otorgaron el voto al mismo bipartidismo que condujo al país a la ruina; los confundidos, a la extrema derecha[5].
Sin embargo, la historia sigue. El bravo pueblo griego que sorprendió a la clase trabajadora de todo el continente con su docena de huelgas generales, despertará de nuevo. Es cuestión de supervivencia. Los intentos de someter a toda una ciudadanía, ante el cargo de conciencia de lo que no son, no pueden durar siempre. De nada vale trasladar la decepción a los estadios, fomentar enfrentamientos entre los "vagos" griegos y los "abusones" alemanes. Tales tópicos sólo son reflejo de las manipulaciones por parte de las oligarquías que se han enriquecido -aún más- por esta crisis[6]. Oligarquía alemana y oligarquía griega, juntas contra todo un pueblo, independientemente de su bandera.
Miedo, intromisión, continuas injerencias. Todo el establishment mediático europeo se había unido al once titular de Alemania en su particular intento de golear al pueblo griego. La edición alemana de Financial Times pedía directamente el voto para Samarás y su partido Nueva Democracia[4].
Finalmente, en el último minuto, llegó el gol que decidiría la contienda. Fue en propia puerta. El pueblo griego había renunciado a pelear, aunque muriese en el intento, por elegir su destino. Los resignados otorgaron el voto al mismo bipartidismo que condujo al país a la ruina; los confundidos, a la extrema derecha[5].
Sin embargo, la historia sigue. El bravo pueblo griego que sorprendió a la clase trabajadora de todo el continente con su docena de huelgas generales, despertará de nuevo. Es cuestión de supervivencia. Los intentos de someter a toda una ciudadanía, ante el cargo de conciencia de lo que no son, no pueden durar siempre. De nada vale trasladar la decepción a los estadios, fomentar enfrentamientos entre los "vagos" griegos y los "abusones" alemanes. Tales tópicos sólo son reflejo de las manipulaciones por parte de las oligarquías que se han enriquecido -aún más- por esta crisis[6]. Oligarquía alemana y oligarquía griega, juntas contra todo un pueblo, independientemente de su bandera.
[1] "El fútbol, un bálsamo para la situación griega". Información, 17 de junio de 2012.
[2] "Merkel se "entromete" en las elecciones griegas de mañana". Gomera Actualidad, 16 de junio de 2012.
[3] "Juncker: La victoria de SYRIZA traería consecuencias "impredecibles" para la UE". EuropaPress, 16 de junio de 2012.
[4] "Revuelo en Grecia porque el «Financial Times» alemán pide el voto para la derecha". ABC, 15 de junio de 2012.
[5] "Partido neonazi "Amanecer dorado" se arraiga en Grecia". El Economista, 18 de junio de 2012.[4] "Revuelo en Grecia porque el «Financial Times» alemán pide el voto para la derecha". ABC, 15 de junio de 2012.
[6] Alberto Garzón: "¿Son los griegos unos vagos?". 14 de mayo de 2010.
Ganó Alemania, pero por pelos. Y es posible que apostar por un partido que llevó a Grecia a la ruina no guste a los mercados. Hasta lo dice un columnista de Cinco Días
ResponderEliminarblogs.cincodias.com/lealtad/2012/06/el-mercado-vota-a-tsapiras.html.