A pesar de lo descabellado que pueda parecer un premio a la ministra Báñez -la de los 6 millones de parados- por su empeño en la lucha contra el desempleo, bien pensado tiene toda su lógica. Es cuestión de interpretarlo todo desde la perspectiva de sus compañeros de partido, quienes le otorgaron el galardón. La ministra -como todo el entramado neoliberal- se debe a los grandes intereses financieros y empresariales, los mismos que definieron desde hace mucho un modelo socioeconómico para España basado en la precariedad laboral. ¿Cuántas veces se ha repetido que hay que reducir los sueldos?, ¿y que hay que flexibilizar -aún más- el mercado laboral? Para cumplir esos objetivos, a priori inaceptables por la clase trabajadora, es necesario fomentar un ambiente de angustia e inseguridad entre los asalariados. Nos quieren asustados ante la probabilidad de perder el empleo, desesperación ante la imposibilidad de encontrar un trabajo, por precario que éste sea. Ese miedo llevará a muchos a aceptar condiciones que en situaciones normales jamás aceptarían. Y para ello, el primer paso es la construcción de un formidable ejército de parados.
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