Aquella reunión tuvo que ver lo más similar a un grupo de matones rodeando a alguien a quien consideran débil. Como esos casos de bullying en colegios e institutos donde los cobardes se arriman a la sombra de los abusones para dar un sentido a su insignificancia. Pusilánimes que aprovechan la presencia de los fuertes para congraciarse con ellos mientras les hacen el trabajo sucio, en el fondo temerosos del castigo del rufián, que prefieren ser esclavos que libres. Cuánto paralelismo entre gritar "haz lo que dice mi jefe o verás lo que es bueno" y alzar la voz para decir "tienes que ganarte la confianza de tus homólogos europeos y aprender cómo se hace política a nivel de Europa". Buen lacayo de la oligarquía europea, señor ministro.
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