Leyes mordaza, cadena perpetua, penalización del aborto y, ahora, rezar en las escuelas. Ya sólo falta la vuelta a la peseta para que el regreso a los años sesenta del siglo pasado sea una realidad. Todo a base de decretos, leyes sin consensuar, imposiciones que aparecen en el BOE. La rancia oligarquía española ha sabido aprovechar la actual crisis para llevar a cabo un preciso desmontaje de las conquistas sociales conseguidas por las últimas generaciones. Nos asustaron con la crisis, nos culpabilizaron de ella y, ahora, aún inmersos en la confusión de un régimen en decadencia, nos arrebatan los derechos que no fuimos capaces de defender. Y, para asegurarse que las próximas generaciones no luchen por recuperar esos derechos, se procuran una educación donde prime la superstición sobre la razón pues, como dice el propio BOE, hay que "reconocer la incapacidad de uno mismo para alcanzar la felicidad" de modo que "hay que reconocer y aceptar la necesidad de un Salvador". Claro, un pueblo de infelices debe ser mucho más manejable que, para salvadores, ya están los de siempre.
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