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lunes, 23 de febrero de 2015

Carta abierta de Alexis Tsipras a los ciudadanos alemanes

Reproducimos a continuación esta carta de Alexis Tsipras, dirigida al pueblo alemán a través del diario Handelsblatt el pasado 13 de enero[*], en un intento de hacerle comprender la situación actual del país heleno y la necesidad de alcanzar un nuevo acuerdo europeo que suponga el fin de la deudocracia.
La mayoría de ustedes, queridos lectores , ya tienen una idea preconcebida sobre el tema de este artículo, incluso antes de leerlo.

Pido a Dios que no les afecten los prejuicios. Los prejuicios nunca fueron buenos consejeros, especialmente durante los períodos en los que una crisis económica refuerza los estereotipos y genera fanatismo, nacionalismo e incluso violencia.
En 2010, Grecia ya no podía pagar los intereses de su deuda. Por desgracia, las autoridades europeas decidieron fingir que el problema podría ser superado con un mayor préstamo, sujeto a la austeridad presupuestaria, que, con precisión matemática, lo que hace es reducir drásticamente el ingreso nacional con el que supuestamente se van a pagar los préstamos nuevos y viejos.
El problema de la insolvencia fue tratado, entonces, como un problema de falta de liquidez. En otras palabras, Europa ha adoptado la táctica de los banqueros con peor reputación, que no reconocen los préstamos incobrables, prefiriendo hacer nuevos préstamos a la entidad insolvente, tratando de fingir que el préstamo original que usted está obteniendo dará buenos resultados, posponiendo, en realidad, la quiebra.
El sentido común sería suficiente para darse cuenta de que la adopción de la táctica de «demorar y fingir» llevaría a mi país a una situación trágica. En lugar de la estabilización de Grecia, Europa ha creado las condiciones para una crisis autosostenida que socava los cimientos de la propia Europa.
Mi partido y yo no estuvimos de acuerdo con la firma del acuerdo de mayo de 2010, en relación al préstamo, no porque ustedes, los ciudadanos alemanes, no nos hayan dado suficiente dinero, sino porque se nos entregó mucho más dinero del que se debía haber entregado y mucho más de lo que podíamos aceptar.
Ese dinero no sería, por así decirlo, una ayuda al pueblo griego, era para ser arrojado en el agujero negro de una deuda insostenible. Tampoco podía evitar el drástico aumento de la deuda pública griega a expensas de los propios sino que obligaría a nuestros socios a cargar perpetuamente con esa deuda, a expensas de los contribuyentes griegos y alemanes.
De hecho, en menos de un año, a partir de 2011, se confirmaron nuestras predicciones. La combinación de nuevos préstamos gigantescos y de rigurosos recortes en el gasto público disminuyeron drásticamente los rendimientos y no sólo no se pudo contener la deuda, sino que también se castigó a los ciudadanos más débiles, convirtiendo a personas que, hasta entonces, habían tenido una vida mesurada y modesta en pobres y mendigos, negándoles, sobre todo, la dignidad.
El colapso de los ingresos llevó a miles de empresas a la quiebra, dando un impulso al poder oligopólico de las grandes empresas que sobreviven. Los precios han caído, pero más lentamente que los salarios, lo que ha producido la reducción de la demanda global de bienes y servicios mientras que la deuda continuó su inexorable aumento.
En este contexto, la esperanza de un déficit cero aceleró, fuera de control y antes de que nos diéramos cuenta, el «huevo de la serpiente»: los neonazis comenzaron a patrullar los barrios con la difusión de su mensaje de odio.
La lógica de «demorar y fingir» se sigue aplicando, a pesar de su evidente fracaso. El segundo «rescate» griego, ejecutado en la primavera de 2012, cargado con un nuevo préstamo sobre los frágiles hombros de los contribuyentes griegos, añadió un corte de pelo a nuestros fondos de la seguridad social y financió una nueva cleptocracia despiadada.
Recientemente, respetados comentaristas han mencionado la estabilización de Grecia e incluso hablan de signos de crecimiento. Por desgracia, la «recuperación griega» no es más que un espejismo que debemos ignorar lo más pronto posible. El reciente aumento modesto del PIB real a un ritmo del 0,7%, no indica (como se ha planteado la hipótesis) el fin de la recesión, sino su continuación. Piensen en esto: las mismas fuentes oficiales situaron, en el mismo trimestre, una tasa de inflación de -1,80%, es decir, la deflación. Esto significa que el aumento del 0,7% en el PIB real se debió a una tasa de crecimiento negativo del PIB nominal.
En otras palabras, lo que ocurrió fue una reducción más rápida de los precios que el ingreso nacional nominal. Eso no es precisamente una razón para anunciar el final de los 6 años de recesión.
Déjenme decirles que este desafortunado intento de presentar una nueva versión de «estadísticas griegas», para declarar que la crisis griega ha terminado, es un insulto a todos los europeos. De largo, merecen saber la verdad acerca de Grecia y de Europa. Con toda franqueza, en la actualidad la deuda griega es insostenible y los intereses de la misma no podrán ser pagados, sobre todo porque Grecia sigue siendo objeto de una simulación de ahogamiento (waterboarding fiscal).
La insistencia en estas políticas sin salida, y la negación acerca de operaciones aritméticas simples, es muy costosa para el contribuyente alemán y al mismo tiempo condena a la indignidad permanente a una nación europea orgullosa.
Peor aún, de esta manera, pronto, los alemanes se volverán contra los griegos, los griegos contra los alemanes y, obviamente, el ideal europeo puede sufrir retrocesos catastróficos.
Con la victoria de SYRIZA, Alemania y, en particular, los trabajadores alemanes, no tienen nada que temer. Nuestra tarea no es crear conflictos con nuestros socios. Ni siquiera para obtener préstamos más grandes, o el equivalente, el derecho a déficits más altos.
Por el contrario, nuestro objetivo es lograr la estabilización del país, presupuestos equilibrados, y por supuesto el final de la gran contracción de los más débiles: los contribuyentes griegos, en el contexto de un acuerdo de préstamo pura y simplemente inaplicable.
Estamos comprometidos a poner fin a la lógica de «demorar y fingir», no en contra de los ciudadanos alemanes sino con la intención de obtener beneficios mutuos para todos los europeos.
Queridos lectores, me doy cuenta de que tras su «demanda» de que nuestro gobierno debe cumplir todas sus «obligaciones contractuales» subyace el tratar de evitar el temor de que, si nos dan un respiro, volvamos a nuestras viejas costumbres.
Entiendo esa ansiedad. Sin embargo, debo decir que no fue SYRIZA quien encubó la cleptocracia fingiendo la lucha por «reformas» que no afectan a los privilegios obtenidos ilegalmente. Nosotros estamos dispuestos a hacer grandes reformas y, para ello, debemos buscar un mandato del pueblo griego y, por supuesto, la colaboración de nuestros socios europeos, con el fin de llevarlas a cabo.
Nuestra tarea es conseguir un Nuevo Acuerdo Europeo, a través del cual nuestra gente pueda respirar, crear y vivir con dignidad. El 25 de enero, nació en Grecia una gran oportunidad para Europa. Una oportunidad que Europa no puede darse el lujo de perder.
Aléxis Tsípras

[*] Versión original y en otros idiomas disponibles en Red Voltaire.

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