Es una indecencia que nuestros gobernantes se atrevan a afirmar que la revalorización de las pensiones en función del IPC es una "salvajada". Es una indecencia cuando la inmensa mayoría de nuestros pensionistas son los primeros afectados por las mal llamadas políticas de austeridad. Es una indecencia cuando numerosos medicamentos que les permitían mejorar su calidad de vida, antes gratuitos, han sido retirados de la Seguridad Social. Es una indecencia cuando, a causa de los recortes en Sanidad, vuelven a sufrir interminables listas de espera. Es una indecencia cuando la Ley de Dependencia es una caricatura de lo que tendría que ser. Pero, sobre todo, es una indecencia porque confirma que la población pensionista supone un estorbo para los grandes poderes representados por la troika, los mismos que no tienen reparos en otorgarse jubilaciones con pensiones millonarias mientras que a los trabajadores se les recomienda que, si desean cobrar una cantidad decente a la vejez, se hagan planes privados de pensiones.
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