Un país a precio de saldo, ahogado por una deuda ilegítima, sin apenas tejido productivo, cuya máxima aspiración -descartada la organización de unos Juegos Olímpicos- es la construcción de una zona franca del juego, es acechado por el llamado capital oportunista. Lo que algunos venderán como un signo de recuperación de la economía patria no es más que la consecuencia de una reventada burbuja inmobiliaria de cuyos añicos unos cuantos oportunistas pretenden hacer fortuna. Nada más que eso.
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