Advierte el presidente de la CEOE, Juan Rosell, a los próximos dirigentes autonómicos y municipales que "una cosa son las campañas y los eslóganes", y otra la gestión en los despachos, donde "todo tiene un coste". Según su punto de vista, los políticos deben olvidarse de los programas electorales y ver cuál es la realidad pues "nos hemos de seguir adaptando a las necesidades de los mercados nacionales e internacionales". Convendría cuestionar a este señor por la concepción de democracia de los grandes poderes a los que él representa. Reducir la voluntad de todo un pueblo a los intereses de los mercados equivale a aceptar una dictadura, no dirigida por generales sino por tecnócratas. La obediencia a sus dictados sólo han servido para destruir derechos básicos e incrementar la brecha entre ricos y pobres. La democracia ha de ser cosa de los pueblos, jamás de los mercados. |
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