El día después de las elecciones en Grecia, habiéndose cumplido los pronósticos a favor de Syriza, podemos ver que la Tierra sigue girando, los relojes siguen dando la hora y, en definitiva, el mundo no se ha acabado. Serán los mismos agoreros que, interesadamente, hicieron campaña contra la formación que dirige Tsipras quienes traten de poner palos en las ruedas del carro del cambio social que hoy mismo comienza a moverse en Grecia. Los grandes poderes griegos y europeos querrán domar al nuevo presidente griego -y, si no, hacerle la vida imposible- para evitar que cualquier éxito por su parte contagie la insurrección griega al resto de los pueblos de Europa. Aún así, por arduo que se presente el panorama, el pueblo griego ha sabido demostrar en muchas ocasiones su determinación y ansias de cambio. Estamos con vosotros.
En este mundo patas arriba, como diría el bueno de Galeano, no hay un día en el que no encontremos hueco para la sorpresa. En un país donde determinados políticos y su sector ideológico afín aprovechan cualquier excusa para comparar todo lo que no les gusta con ETA, resulta que una de sus mayores instancias judiciales, la Audiencia Nacional, decide imputar a un humorista por realizar una parodia donde el Partido Popular anuncia "cesar su actividad armada y entregar las armas". Como dice el propio humorista, "si no hubiera estado vinculado a Pablo Iglesias de alguna manera esto no hubiera ocurrido. Y la vinculación es que tengo un programa en La Tuerka y él tiene otro". Visto lo visto, parece ser que no sólo los extremistas islámicos atacan a los humoristas, sobre todo si con ello hay posibilidad de erosionar el entorno de Podemos (aunque, dicho sea de paso, Facu Díaz actualmente milita en IU).
En apenas 24 horas, mucho se ha hablado de la desastrosa no-emisión de las campanadas de Fin de Año de Canal Sur en Andalucía. Tal ha sido el impacto en las redes sociales que incluso ha supuesto la dimisión del director de Emisiones y Continuidad de la cadena, lo que nos demuestra que dejar a unas miles de personas sin comer las uvas a medianoche es mucho peor que condenar a una mayoría social a la precariedad. Si la torpeza y la inoperancia per se fuesen condiciones de cese, ¿cuántas dimisiones hubiéramos presenciado en el saliente 2014?
Año nuevo, nueva subida de precios. Transportes, suministros energéticos, servicios en general, prácticamente todo sube, excepto la capacidad adquisitiva de la mayoría de los españoles. Este 2015 nos trae, además, la subida del IVA para los productos sanitarios, un duro golpe para importantes sectores de la población que van dejando de lado el cuidado de su salud simplemente porque no se lo pueden pagar.
Transcripción del mensaje de Ada Colau para el entrante 2015, año en el que la revolución democrática es por fin posible. Un posibilidad que depende de cada uno de nosotros, de nuestra decisión, como en Matrix, de elegir la pastilla azul de la complacencia con los grandes poderes (y creernos los cuentos sobre una salida de la crisis mientras la realidad nos muestra una población cada vez más precarizada) o la roja de la libertad y la soberanía popular.
Este año que empieza, 2015, podemos hacer historia. Nosotros, la gente normal podemos ganar. Hace ya mucho tiempo que en todo el planeta millones de personas estamos denunciando que la situación es insostenible. Vivimos en un mundo cada vez más desigual e injusto, un mundo que todo lo mercantiliza donde si no tienes dinero no eres nadie, un mundo donde cada año mueren miles de niños de hambre a la vez que tiramos toneladas de comida a la basura, un mundo absurdo donde cada vez somos más gente y, sin embargo, cada día nos sentimos más solos.
Desde las élites nos quieren hacer creer que esto es lo que hay, que no hay alternativa. Hoy quien tiene poder, tiene mucho poder, y tiene un guión escrito. Según ese guión, hay una minoría destinada a ser cada vez más rica a costa de empobrecer a la mayoría de la población y sin embargo nosotros, la gente sencilla tenemos, un gran poder: y es que somos mayoría. Si nos lo creemos y nos organizamos, hay una revolución democrática en curso que es ya imparable. De hecho, en los últimos años, la ciudadanía ya va muy por delante de las instituciones. En España, en 2011 perdimos el miedo y salimos masivamente a la calle, desafiamos la versión oficial y les gritamos que no nos representan y que esto no es ninguna crisis, es una enorme estafa. Desde entonces, hemos demostrado que lo imposible podía ser posible, hemos demostrado que se pueden parar miles de desahucios, que se puede detener la privatización de la sanidad en Madrid o que se puede tumbar una ley machista como la Ley Gallardón.
Ahora empieza 2015, un año electoral, y tenemos el reto de demostrar que también se pueden ganar las instituciones. La primera cita serán las municipales de mayo de 2015, y en Barcelona, miles de personas nos hemos ilusionado con la posibilidad de ser punta de lanza de esta revolución democrática, una revolución que no pretende ser una simple toma del poder sino, ante todo y sobre todo, un cambio profundo de los valores imperantes. Podemos ganar y demostrar que las cosas se pueden hacer de otra manera. Frente a la lógica de la competitividad, la privatización y la especulación, queremos recuperar la ciudad para su gente, promoviendo la cooperación, la justicia social y la corresponsabilidad. Queremos acabar con la corrupción y con las malas prácticas en la política pero, sobre todo, queremos poner la vida y la dignidad de la gente en el centro de toda política pública. Para ello será necesario priorizar los objetivos por delante de las siglas y sumar al máximo número de gente posible con amplitud de miras, con valentía y con mucha generosidad.
Hemos descubierto que tenemos mucho más poder del que nos querían hacer creer. El miedo, por fin, ha cambiado de bando y ahora intentarán ridiculizarnos, criminalizarnos y censurarnos. Por ello, más que nunca, habrá que ser valientes y habrá que persistir por nosotros, por nuestro presente pero, sobre todo, por nuestros hijos y nuestras hijas. Estad atentos, cada uno desde donde esté, porque todo el mundo puede y debe ser protagonista.