Encendidas las alarmas en la calle Génova, el Partido Popular vuelve a recurrir a las rebajas de impuestos como arma electoral. Básicamente, el mensaje de Mariano Rajoy es que si el PP gobierna una nueva legislatura, habrán bajadas de impuestos porque, según él (y sólo según él), "el dinero está mejor en manos de las personas, se recauda más, se crea más empleo y los servicios públicos funcionan mejor". Dicho así suena magnífico, el problema es que las bajadas de impuestos llevadas a cabo hasta la fecha han beneficiado tradicionalmente a las grandes fortunas, al gran capital, quedando apenas unas migajas para el resto de los ciudadanos que, como consecuencia de la bajada de recaudación (a pesar de lo que diga Rajoy), sufren impotentes la degradación de los servicios públicos. Los impuestos no son un elemento de mercadeo para ganar votos para las próximas elecciones, sino un instrumento en manos de los gobiernos para redistribuir las riquezas en el país.
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