Vistos los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística, la supuesta recuperación económica últimamente tan cacareada por el Gobierno ha de ser asunto exclusivo de las grandes empresas y fortunas del país. Sólo así se explica que, frente a inteligibles cifras macroeconómicas, nos encontremos con la realidad de cientos de miles de españoles que, a pesar de tener un puesto de trabajo, viven por debajo del umbral de pobreza, consecuencia de la precariedad de empleos de baja calidad, ya sean a tiempo parcial o disfrazados de contratos en práctica. Es la consecuencia de un sistema económico para el cual los asalariados, autónomos y pequeños empresarios son meros objetos de usar y tirar, vehículos para que los más pudientes incrementen sus rentas a través de la explotación de la mayoría más débil.
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