Siempre que habéis salido a las calles ha sido para dar una lección de dignidad a aquella ciudadanía sin memoria, en ocasiones desagradecida, comúnmente instalada en la cultura de la comodidad, que no advierte a comprender que vuestras luchas son las de todos. Compañeros, la mina traidora ha arrebatado vuestras vidas, pero jamás podrá enterrar el recuerdo de vuestras marchas a Madrid ni la admiración que despertasteis en tantas personas con ese espíritu de lucha, base de los derechos sociales que, desgraciadamente, el resto olvidamos defender.
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