Han pasado 74 años desde el fusilamiento de las Trece Rosas Rojas, mártires -junto a miles de anónimos luchadores por la democracia- de aquella terrible dictadura cuyas consecuencias aún hoy sufrimos. La actual España de la corrupción y el clientelismo hunde sus raíces en aquella época de injusticia y represión, consecuencia de la negativa de los grandes poderes de la época a aceptar un pueblo soberano y libre. Tras la idealizada transición del 78, las estructuras de poder quedaron intactas, aunque mayormente subordinadas a las provenientes de la Europa del capital. Se permitió un paso de página sin preguntar tan siquiera por las tachaduras acumuladas durante cuarenta años. La corrección quedó por encima de la justicia, por eso a las Trece Rosas muchos les quitaron lo de rojas y, lamentablemente, hoy los grandes medios apenas hablarán de ellas. Sin embargo, pocas cosas han cambiado en el presente cuando la libertad por la que estas mujeres lucharon ya no se arrebata al pueblo en los paredones sino con órdenes de desahucios y reformas laborales.
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