Sólo alguien que se encuentra muy lejos de la realidad de nuestras calles puede afirmar de buena fe que no percibe "ningún descontento ciudadano con nuestra democracia". Muy grave es que esas palabras partan de la Defensora del Pueblo, quien, en virtud de su papel de velar por el respeto de los derechos que contempla el Título I de la Constitución Española, tendría que poner la voz de alarma ante la destrucción de derechos fundamentales que su partido está llevando a cabo. Señales de que la ciudadanía está harta de la situación actual las hay a diario, ya sea en las calles de toda la geografía española en forma de manifestaciones, desahucios, niños que acuden al colegio sin desayunar, brillantes universitarios que abandonan la carrera por no poder pagarla o en las cada vez más largas colas del paro.
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