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sábado, 13 de abril de 2013

La Dama de Hierro, un peón del gran capital

Margaret Thatcher ha sido uno de los personajes públicos más influyentes en la historia del último cuarto del siglo XX. Su dureza contra la clase trabajadora o su actitud hacia la URSS son claves para entender el mundo actual. Sin embargo, no se puede obviar que su papel ha respondido a la lógica del gran capital, siendo la ex-primera ministra británica su fiel lacaya.

La muerte de Margaret Thatcher ha conllevado la esperada sucesión de voces aduladoras empeñadas en colmar de alabanzas su memoria, principalmente de la mano de la prensa conservadora -la gran mayoría, dicho sea de paso- que ha ocupado sus portadas con imágenes de la finada, añadiendo alguna que otra alusión al presunto pésame generalizado entre la población británica[1]. Sin embargo, aquellos idílicos homenajes contrastan con el hecho de que en algunas plazas británicas se congregasen numerosos ciudadanos para celebrar la noticia[2]. Un evento deseado por muchos, como demuestra el hecho que, desde septiembre de 2012, se encontrasen a la venta camisetas en cuyo envoltorio aparece la leyenda "en caso de muerte de Thatcher abrir la bolsa y ponerse la camiseta inmediatamente". En las camisetas aparecen textos del tipo: "Una generación de sindicalistas bailará sobre la tumba de Thatcher" o "¡Ding dong!, la bruja ha muerto"[3].

Es justo afirmar que, contrariamente a la imagen que pretende dar el establishment mediático, hay mucho resentimiento en torno a la persona de la ex-primera ministra británica. Thatcher no fue un personaje querido entre sus conciudadanos. En todo caso, tal como indicaba un reciente titular, fue temida y odiada, pero no querida[4]. En su haber queda su condición de martillo pilón de la clase trabajadora británica, cuya resistencia inicial convirtió en resignación ante unas políticas de privatizaciones y recortes sociales que planteaba como inevitables. "La señora no cambia de opinión", respondió en cierta ocasión cuando le fueron cuestionadas sus medidas[5].

Resulta llamativo que fuese la hija de un tendero -un trabajador al fin y al cabo- quien promoviese las más lesivas políticas contra la clase obrera de la historia reciente británica. Como dejó bien claro durante su mandato, la ex-primera ministra comulgaba con las ideas neoliberales, las cuales aplicó a rajatabla y sin ningún pudor. Thatcher fue una ejecutora pragmática de un credo económico que tomó como suyo, no en vano leyó efusivamente a Friedrich von Hayek y Milton Friedman. Sin embargo, desde una perspectiva histórica, sería un error entender a Thatcher como una persona aferrada a unos ideales que, exclusivamente por iniciativa propia, decide imponerlos a toda una sociedad. Es necesario ir un paso más allá y comprender el contexto socioeconómico de los años setenta en el Reino Unido.

Los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial fueron muy positivos para la clase trabajadora británica, que disfrutó -como la de otros estados occidentales- de un importante Estado del bienestar. La necesidad de presentar un capitalismo maquillado en lo social como contrapeso propagandístico al socialismo soviético permitió aquel oasis para los trabajadores que, sin embargo, los grandes poderes financieros no estaban dispuestos a tolerar por mucho más tiempo. Fue a comienzos de los años 70 cuando comenzó a gestarse el cambio a peor que desembocaría en la grandísima e interminable crisis que hoy sufrimos[6], a partir de la confluencia de una serie de sucesos acontecidos en aquellos tiempos. En primer lugar se encontraría la crisis del petróleo de 1973, que pondría en duda la viabilidad de los modelos keynesianos vigentes hasta entonces; en segundo, el golpe de Estado en Chile, que permitiría la experimentación de un modelo neoliberal puro bajo la tutela de los pupilos de Friedman, además de demostrar la hegemonía de los EEUU en el continente americano -y la debilidad de su contraparte soviética-; y, por último, la fundación de la Comisión Trilateral.

Para Noam Chomsky, la Comisión Trilateral surge como una réplica del sector social dominante -el gran capital- hacia las crecientes demandas de los movimientos sociales de la época, que exigían mayor protección de los derechos civiles y del medio ambiente. Uno de los objetivos de esta organización era "evitar que auténticas muchedumbres siguieran participando, de forma democrática, en el cuestionamiento de la conducta inmoral de los gobiernos occidentales"[7]. Las élites dominantes no podían soportar una clase trabajadora con capacidad de plantear tan siquiera una remota posibilidad de emancipación, de exigir, de pensar por sí misma. El planteamiento pasaba por apropiarse de la palabra democracia y pervertirla hasta que los ciudadanos la asociaran unívocamente con capitalismo. Bajo este nuevo dogma, lo que se oponga al capitalismo será señalado como no democrático.

Haciendo bueno aquello de que no hay mayor fanático que el converso, el gran capital británico encontró en Margaret Thatcher a su dirigente ideal. Como era de esperar, aquélla cumplió con creces su cometido de debilitar a los sindicatos mientras aplicaba implacablemente sus políticas de privatizaciones y reducción de la protección social. "Creemos en la lucha de clases y venceremos", dijo en alguna ocasión la mandataria británica, llegando a utilizar como instrumento el fervor patriótico despertado a partir de una absurda guerra con Argentina en la que llegaría a plantear incluso el uso del arma atómica sobre Buenos Aires[8].

Su compromiso con el gran capital lo extendió más allá de las fronteras británicas, colaborando en su lucha contra el bloque del Este, llegando a comprometer recursos de los servicios secretos de su país para influir en la elección del último presidente de la Unión Soviética. Esta fanática del neoliberalismo, combatió implacablemente al movimiento separatista de Irlanda del Norte -trasgrediendo numerosas veces la legalidad-, a la vez que aplaudía la represión en Chile a manos de su amigo Pinochet.

El balance de los años de gobierno de Thatcher supuso dolorosas derrotas para la clase trabajadora, reflejadas aquéllas en una creciente pobreza y desigualdad entre sus ciudadanos. Con sus políticas de austeridad dejó a un 22% de la población de Reino Unido por debajo del umbral de pobreza[9]. Aunque, quizás, la peor derrota que supo infringir a la clase trabajadora fue un cambio de mentalidad según la cual la pobreza es poco más que un defecto, culpa de la incompetencia de cada individuo, justificado en un terrible concepto de darwinismo social que aún hoy impera. Así, la solidaridad como valor pasó a un último plano y los hijos de aquellos sindicalistas ya no salen a manifestarse a luchar por sus derechos, ahora suspiran con coches caros -aunque no tengan para pagarlos-, en emular a las estrellas de fútbol y en el espejismo del consumo.

Para muchos británicos Margaret Thatcher fue una bruja, tal como demuestra la anécdota de la que la canción Ding Dong! The Witch is Dead ("¡Ding Dong!, la bruja ha muerto")[9] se haya convertido en una de las más vendidas tras su muerte, sin embargo no podemos olvidar que -manteniendo la metáfora- toda bruja se consagra a espíritus malignos de orden superior. La muerte de esta bruja no supone el fin de los males que ella misma provocase. Thatcher fue responsable de abrir la caja de los truenos que desencadenase un agravamiento en la lucha de clases, pero sus amos -las oligarquías financieras- siguen ahí, observando a una cada vez más debilitada clase obrera que apenas ha comenzado a tomar conciencia de sí misma.


[1] "Los medios británicos, de luto por la muerte de Margaret Thatcher". ABC, 8 de abril de 2013.
[2] ""The lady's not returning": Miles de británicos celebran la muerte de Margaret Thatcher". RT, 8 de abril de 2013.
[3] "Camisetas que anticipan y celebran la muerte de Thatcher causan revuelo en Reino Unido". RT, 11 de septiembre de 2012.
[4] "Thatcher, una primera ministra temida y odiada, pero no querida". Gara, 9 de abril de 2013.
[5] "La auténtica Margaret Thatcher: diez claves sobre la líder tory". El Diario, 8 de abril.
[6] "Entrevista con James Petras: “Thatcher, Reagan, Blair y Clinton prepararon el camino para las grandes crisis y quiebras financieras”". Rebelión, 12 de abril de 2013.
[7] Chomsky, Noam (2001): La (des)educación. Austral, Barcelona, p.7.
[8] "Thatcher 'threatened to nuke Argentina'". The Guardian, 22 de noviembre de 2005.
[9] "Margaret Thatcher, la mujer que esclavizó al movimiento obrero". La Marea, 8 de abril de 2013.
[10] "Thatcher's death prompts chart success for Ding Dong! The Witch Is Dead". The Guardian, 10 de abril de 2013.

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