Páginas

lunes, 28 de noviembre de 2011

Diccionario de la Crisis: rescate

rescate.
1. m. Consolidación de la deuda por la que los préstamos y obligaciones de un ente con terceros son satisfechos mediante el endeudamiento del deudor con entidades casi siempre oficiales por un monto equivalente a lo adeudado*.
2. m. Conversión de la deuda privada, que por lo general han generado y disfrutado los sectores más ricos de un estado, en deuda pública que pagarán principalmente las clases de rentas más bajas del mismo.**
3. m. Acción por la cual un estado deudor es obligado a aceptar un crédito a pagar en un determinado plazo a cambio de la cesión parcial o total de su soberanía, de modo que las políticas económicas pasan a ser dictadas desde los estados acreedores aún en perjuicio de las clases de rentas más bajas del estado rescatado.
4. m. Operación de toma de control de las economías nacionales para abrir sus activos en canal a los intereses de los poderes financieros.***



Notas:
[*] Definición sugerida por Julio Anguita en "El Rescate(I)", diario El Economista, 16/05/2011.
[**] Definición sugerida por Juan Torres en "¿A quién interesa y cómo sería el rescate de España?", 18/12/2010.
[***] Definición sugerida por Isidro López.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Alguna razón para la esperanza

En una reciente entrevista a Julio Anguita en el programa de radio “El Sol sale por el Oeste”, de Canal Extremadura, el locutor le preguntó si pensaba que hubiera, a pesar del negro panorama de recortes sociales que se nos presenta, alguna razón para la esperanza[1]. Ésta fue su respuesta:
«Yo no desespero, ¿pero sabe usted por qué?, porque peleo, porque no doblo las rodillas, porque no me da la gana que me engañen, y porque estoy explicando por ahí, muchas veces contra mi descanso, y porque me organizo y estoy militando en Izquierda Unida, en el Partido Comunista, en varios colectivos. Claro que tengo esperanzas, pero espero en mi lucha, yo no confío en ningún milagro, confío en los que conmigo van a luchar o están luchando, ya no me fío de nada más. 
Por eso soy optimista, lo que estoy diciendo a quienes me estén escuchando es que dejen ya de soñar en bobadas y que se comprometan a luchar donde quieran. Hay una manera de luchar que es poco arriesgada: que lean, ¡que lean!, que tengan curiosidad por saber, que uno de los problemas que tiene nuestro país es el miedo a saber, es el miedo a pensar, ¿usted no ha oído “no te metas”, “no te lo pienses”, “tú a lo tuyo”?. Ese tremendo miedo a pensar de un país perezoso mentalmente es el que nos ha arrojado. Estamos dispuestos al milagro del último que llega porque es cómodo, lo votamos y que nos resuelva el problema. 
Ha llegado el momento en que la gente asuma voluntariamente su destino, que es lo que estoy diciendo y haciendo. Yo no puedo hablar de otra manera, porque no me quiero parecer a aquellos que en las campañas electorales prometen. Yo eso jamás lo he hecho: “prometo que voy a luchar”, “prometo que voy a explicar”; y, si no, la prueba: los señores y señoras que, con toda libertad, han votado al Partido Popular creyendo que el señor Rajoy no va a tocar las pensiones, ya me lo dirán dentro de 6 meses.»


[1] “El Sol sale por el Oeste”, 23/11/2011.  Entrevista a Julio Anguita: "Asistimos a la muerte de la democracia", minuto 14:48.

domingo, 20 de noviembre de 2011

Diccionario de la Crisis: copago

copago.

(De copagar)
1. m. Entrega de dinero adicional en concepto de abono de un servicio público, a pesar de que su pago completo ya fuese realizado previamente por el usuario a través de sus cotizaciones e impuestos.

2. m. Penalización por el uso de servicios públicos.
~ sanitario.
1. m. Mecanismo para desincentivar a las capas más modestas de la sociedad del uso del sistema público de sanidad. 
2. m. Entrega de un porcentaje del precio de un medicamento con receta médica a cambio de su recogida en una farmacia.

sábado, 19 de noviembre de 2011

En el día de reflexión

Reproduzco a continuación este artículo firmado por Julio Anguita, Miguel Candel, Salvador López Arnal, Manuel Monereo, Ramón Pérez Almodávar, Miguel Riera, Antonio Santamaría, Jorge Verstrynge, cuya difusión considero fundamental entre todos aquellos ciudadanos con espíritu crítico, preocupados por el presente y el gris futuro que se nos avecina:
Tanto las sociedades como las personas evolucionan, mezclando continuidad, cambio y ruptura. Hay momentos y momentos. Hoy toca la ruptura. Si bien puede parecer que las personas no hacen la historia y que la dirigen quienes tienen el poder, esto es una verdad a medias. Cuando los trabajadores, los pueblos, las mujeres y los hombres comunes y corrientes se organizan, se dotan de un proyecto y se movilizan, ellos y ellas marcan la historia. En este contexto, eso es más necesario que nunca pues vivimos una etapa sustancialmente nueva y, sobre todo, peor. Si no tomamos nota de esto, no tendremos fuerza para resistir y mucho menos para pasar a la ofensiva. 
Desde hace tres años, vivimos un estado de excepción decretado por el capital financiero internacional y que tiene a la Unión Europea como instrumento dedicado a desposeer a la ciudadanía de sus derechos políticos, sociales y sindicales, y como herramienta para forzar la renuncia a la soberanía popular en cada uno de los Estados. Es el llamado Consenso de Viena, la versión europea del Consenso de Washington, aplicado en el territorio europeo y en sus Tratados de Libre Comercio con terceros países.

Este estado de excepción tiene dos características: el predominio de los poderes reales, de hecho, y la suspensión del Derecho.

En nuestro país, este Estado de Excepción está significando el desmontaje sistemático de los nodos democrático-sociales de la Constitución de 1978 y el tránsito hacia un nuevo régimen que podemos muy bien denominar demediada democracia oligárquica. Es decir, un sistema dirigido y organizado por el capital y puesto a su servicio. Es eso que en las calles se dice: la dictadura de los mercados, del 1%.

Creemos que estas elecciones, lo decimos en el día de reflexión, serán fundacionales. Gane el PP (lo más probable) o gane el PSOE, lo que sería un milagro, la clase política reinante en nuestro país va a transitar hacia un nuevo régimen político. Estas elecciones legitimarán esa operación. Nadie se ha atrevido a decir esto, pero es lo que realmente está en juego en estas elecciones. Por eso es absurdo, a nuestro entender, hacer discursos y realizar propuestas como si nuestro país viviese una situación normal y como si el orden constitucional fuese el mismo de la etapa anterior.

Estamos ante una reforma constitucional al margen de la voluntad popular y de unas formas mínimamente democráticas, dirigida por el capital financiera, por la Banca, de ahí que hablemos de una democracia oligárquica. El primer paso fue el desmantelamiento de los derechos laborales en junio 2010, en pleno mundial de fútbol; el segundo se concretó en La Moncloa, en la reunión de los 35 empresarios más poderosos con Zapatero. Lo siguiente fue declarar el estado de excepción para tomar el control de AENA, operación sustentada en demonizar a sus trabajadores para encubrir la privatización de la empresa a un precio más barato: ninguna empresa asumiría los altos costos laborales de los trabajadores de AENA.

Zapatero siguió con sus medidas neoliberales por orden de Merkel y Sarkozy, mientras Goldman Sachs, que realizó las auditorías de las cuentas griegas (y que entonces sí cumplían con los requisitos para entrar en el euro), ahora controla el Banco Central Europeo.

Ha caído Grecia, está cayendo Italia y Dolores de Cospedal reconoce a pocos días de las elecciones que Rajoy no ha dicho lo que de verdad va a hacer: seguir apretándonos el cinturón porque ellos llevan tirantes. El PP empieza como acabó en 2004: mintiendo.

Lo que viene, ya lo sabemos: lo que en América Latina se denominó un ajuste estructural permanente o la larga y triste noche neoliberal: usar el chantaje de la deuda soberana para subordinar los Estados y a sus ciudadanos a los intereses del capital financiero; limitar sustancialmente los derechos sociales y sindicales y liquidar lo que queda de movimiento obrero organizado. Como enseña Esperanza Aguirre en Madrid, el neoliberalismo tiene voluntad “contrarrevolucionaria”. Esto implica crear un tipo de sociedad y de Estado que haga irreversible el capitalismo realmente existente y la estructura de poder que lo mantiene.

Por eso, creemos que hoy tenemos que reflexionar para pasar a la acción y nada será igual como antes: ni el discurso, ni los mensajes, ni los símbolos. Nuestra propuesta no es nueva, sino forma parte de un sentido común que empieza a ser en nuestro país una aspiración de muchos y que solo las viejas inercias y prácticas, viejos hábitos, no dejan alumbrar lo nuevo. No dan cabida a la creatividad que viene de abajo.

Lo que proponemos es el M3R: organizar una amplia convergencia política y social para construir el Movimiento para la Tercera República (M3R).

En él, nadie tiene que renunciar a su propia identidad ni a anteriores pertenencias. Se trata de confluir en la acción y en el proyecto para generar una nueva identidad plural en torno a la ruptura democrática-republicana; es decir, aspiramos abiertamente a conseguir la Tercera República en el Estado español, para unir pueblos e identidades que recojan los intereses y las aspiraciones de las mayorías sociales, sin nostalgias de la primera o de la segunda. Soberanía popular y poder constituyente para dar vida un nuevo Régimen republicano-federal fundado en la democracia económica, social y cultural, con el objetivo constitucional de construir una sociedad de mujeres y hombres libres e iguales emancipada del mal social de la explotación ,la discriminación y el dominio. En resumen, forjar entre todas y todos un nuevo consenso mayoritario para lograr la ruptura con un período histórico caduco, que no termina de morir y que nos bloquea el presente y amenaza nuestro futuro.


[*] Artículo reproducido mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

jueves, 17 de noviembre de 2011

Quien avisa no es traidor

Este artículo plantea, a aquellos ciudadanos que deseen ejercer su derecho al voto, la necesidad de ejercerlo de modo responsable a partir de la lectura pausada, crítica y comparada de los distintos programas electorales, evitando así el voto de castigo como opción, pues puede servir para apoyar medidas aún no explicadas, pero muy lesivas para los intereses de los ciudadanos.

A pocos días de las Elecciones Generales en España, una de las personas de confianza del máximo candidato a ganar los comicios realiza unas interesantes declaraciones que para nadie deberían de pasar desapercibidas:
"Algunos, los que no se han quejado nunca hasta ahora, van a protestar mucho cuando el Gobierno diga todo lo que hay que hacer para sacar el país adelante"[1].
Debido a la inminencia de las elecciones y los pronósticos dados por las encuestas, esta afirmación merece una seria reflexión. En primer lugar, expresa claramente el convencimiento, por parte de quienes aspiran a gobernarnos, de que las medidas tomadas durante su posible legislatura va a provocar serias reacciones por parte de un importante sector de la población. En segundo lugar, deja claro que el fin de "sacar el país adelante" justifica, para aquel partido político, los medios necesarios para ello.


De cumplirse los resultados previstos por las encuestas, se puede afirmar que se aproximan épocas convulsas para la sociedad. En ese sentido, es llamativo el hecho de que la declaración se refiera expresamente a aquellos ciudadanos que "no se han quejado nunca hasta ahora". Teniéndose en cuenta el cambio de actitud de la sociedad española desde la primavera de este año, que ha pasado del adormecimiento a la movilización, al inicio de un despertar del espíritu crítico, a la reclamación de derechos que la ciudadanía ve peligrar, que en una fecha clave como el 15 de octubre consiguió movilizar a cientos de miles de personas, parece que el candidato a presidir el Gobierno tiene muy claro que su agenda política va a generar un enorme malestar entre la mayor parte de los ciudadanos.

Según se desprende de aquellas declaraciones, para el partido candidato a tomar las riendas del gobierno, el fin justifica los medios. Ahora bien, el programa electoral de este partido no explica cuáles son aquellas medidas que, presumiblemente, provocarán protestas entre la ciudadanía. Esta falta de concreción en su programa ha sido también objeto de críticas internas por parte de Enrique Bellido, Presidente Provincial del partido en Córdoba, quien sensatamente expresa que no cree "debemos hacer la mayoría de los españoles un acto de fe, entregando un cheque en blanco sin haber fijado antes la cantidad que nos costará que nos gestionen lo que es propio y de todos"[2].

La mencionada ausencia de concreción en cuanto a programa de gobierno tampoco crea confianza fuera de nuestras fronteras, donde periódicos de corte conservador como The Wall Street JournalTimes afirman, respectivamente, que "es improbable que las elecciones curen los males de España" o  "los mercados están castigando ya esta falta definición"[3].

En realidad, a pesar del ambiguo e impreciso programa electoral que presenta este partido, bien podemos hacernos ciertas ideas de algunas medidas que plantea. Por ejemplo, el epígrafe 1.4 de su programa "Empleo seguro y flexible para todos" lleva al asalariado a preguntarse si esa flexibilidad es un guiño a los empresarios a la hora de facilitar las condiciones del despido, algo tradicionalmente reclamado por aquéllos. No obstante, son las declaraciones de algunos miembros del partido lo que dejan entrever las verdaderas intenciones de un gobierno que, al igual que el actual, estará plegado a los intereses de la Banca nacional y europea, lo que implica que sus políticas serán una continuación de recortes y privatizaciones. Un ejemplo claro se puede ver en los recientes recortes en educación y sanidad acometidos en las comunidades autónomas gobernadas por este partido[4].

Con las elecciones tan cercanas, es momento de plantearse la motivación del voto. Muchos ciudadanos que desean ejercer ese derecho, justifican su decisión de votar a este partido más por rechazo a Rodríguez Zapatero que por confianza al candidato conservador. Es decir, se trata de un voto de castigo, pero no olvidemos que también de un cheque en blanco que puede permitir un gobierno de mayoría absoluta y justificar así lo que para muchos sería una cuasi-dictadura de cuatro años de duración[5].

Aquellos que aún siguen pensando en el voto de castigo para echar al actual gobierno del poder, quizás tendrían que plantearse seriamente las consecuencias de un gobierno en las condiciones que vaticinan las encuestas. El amplio rechazo al gobierno saliente por gran parte de la población es debido, principalmente, a las políticas de recortes y austeridad, basadas en la aplicación de las doctrinas neoliberales dictadas desde Europa. ¿Acaso no es "austeridad" la palabra que más se repite en los discursos y mítines de los candidatos del Partido Popular? Una austeridad hacia la ciudadanía combinada con un rechazo de plano a subir las rentas a quienes más tienen. Así nunca se ha salido de las crisis sino que, muy al contrario, éstas se han agravado aumentando la brecha entre trabajadores y ricos. Se trata también de la trampa del bipartidismo, dejar de votar a un partido mayoritario para votar al otro, cuando ambos se nutren de la misma falaz doctrina económica.

"Quien avisa no es traidor" es el mensaje que pretende lanzarnos la Secretaria General del Partido Popular. Se trata de una velada advertencia, una declaración de intenciones de lo que su partido, en caso de gobernar, llevaría a cabo. En caso de que así fuera, cuando la ciudadanía en su conjunto saliera a las calles, el partido en el gobierno respondería al unísono que, frente a los cientos de miles de manifestantes en contra de sus políticas de austeridad, el gobierno tiene el respaldo de otros tantos ciudadanos que les confiaron su voto y, efectivamente, fueron avisados de lo que se avecinaba.

Como juiciosamente dice Enrique Bellido: "la democracia es corresponsabilidad y no puede marginarse al pueblo en la toma de decisiones por el mecanismo de pedirle el voto sin darle a conocer las medidas que, una vez cerradas las urnas, se adoptarán". Es decisión de cada ciudadano decidir si ejerce su derecho al voto y, en caso de llevarlo a cabo, realizarlo tras un responsable ejercicio de crítica ante las opciones que se le presenta. No se trata de votar para castigar a quienes lo hicieron mal o de apostar a ganador, se trata de apostar por el futuro que queremos como ciudadanos. Hay alternativas.



[1] "Cospedal vaticina protestas 'cuando Rajoy diga lo que hay que hacer'". Público, 15/11/2011.
[2] "Acto de fe". Montilla Digital, 16/11/2011.
[3] "'The Times' acusa a Rajoy de asustar a los mercados con su indefinición". Público, 16/11/2011.
[4] "Indignados por los recortes en sanidad y educación". Público, 18/09/2011.
[5] "Con mayoría absoluta, el PP aplicaría un programa extremista de derechas". El País, 17/11/2011.

martes, 15 de noviembre de 2011

Diccionario de la Crisis: tecnócrata

tecnócrata.
1. com. Primer ministro de país de la Europa Periférica que alcanza su cargo con la aquiescencia del Banco Central Europeo sin necesidad de pasar por un proceso electoral. Es sucesor de un primer ministro que dimite de su cargo como consecuencia de desacuerdos con los gobernantes de los países de la Europa más rica. Ha trabajado anteriormente para alguna gran multinacional del sector financiero, lo que genera una inicial y esporádica confianza de los llamados mercados.
2. com. Consejero, asesor o miembro de equipo de gobierno cuyo primer ministro, elegido democráticamente, designa con la intención de complacer al Banco Central Europeo. Ha trabajado o guarda relación estrecha con alguna de las multinacionales del sector financiero.


sábado, 12 de noviembre de 2011

La democracia nace en Grecia, la democracia muere en Grecia

El intento de referéndum en Grecia para consultar el futuro de su deuda supuso el fin del gobierno de Yorgos Papandreu, sustituido por una coalición de socialistas, conservadores y ultraderechistas. Este artículo plantea la calidad democrática de Europa que no sólo niega el derecho del pueblo griego a pronunciarse, sino que influye claramente en un cambio de gobierno.

Por unas horas, ciudadanos de todo el globo, concienciados de la situación del pueblo griego, sabedores de su particular condición de conejillo de indias para los gerifaltes de los mercados, nos sentimos aliviados ante la noticia de una convocatoria de referéndum que decidiría el futuro del pacto sobre las medias de rescate y la quita sobre la deuda griega.

El pasado 1 de noviembre, Yorgos Papandreu anunciaba a Europa que había “llegado la hora en que el pueblo griego debía decir el gran sí o el gran no”[1]. Aún sin profundizar en los detalles de la consulta, parecía que la democracia finalmente podía primar sobre los intereses financieros de unos cuantos poderosos. Al pueblo griego se le presentaba la merecida oportunidad de ser consultado sobre asuntos de los que depende su bienestar. Durante los dos días siguientes, evocando su condición de cuna de la democracia, algunos medios aplaudieron a Grecia por el cambio de actitud de su gobierno, aparentemente decidido a escuchar a su pueblo en vez de los dictámenes de las bancas alemana y francesa, además de los lobbys financieros.

No pudo ser. Una cruda dosis de realidad, trazada desde las altas esferas donde moran los verdaderos gobernantes de Europa, volvía a sacudir a la ciudadanía griega y del resto del continente cuando, apenas 48 horas después de la noticia, Papandreu anunciaba la retirada del referéndum[2]. Días después, se forzaba un cambio de gobierno en Grecia.

Son demasiadas preguntas las que tendrían que responder los gobernantes europeos, en su calidad de representantes de la ciudadanía, respecto a las intenciones de sus patrones de la banca y las finanzas. ¿Por qué se ha negado al pueblo griego la determinación sobre cómo afrontar una deuda impuesta desde terceros países?, ¿hasta dónde continuará la sangría griega?, ¿es Grecia un ensayo de lo que espera al resto de la ciudadanía de la Europa periférica?

Quizás nunca sabremos las intenciones de Papandreu al anunciar el referéndum. Puede que se haya tratado de un elaborado farol para tensar la cuerda franco-alemana, quizás un movimiento de estrategia que se nos escapa a los ciudadanos o, simplemente, un ejercicio de decencia democrática tras dos años de gobierno arrodillado a los dictámenes del Banco Central Europeo.

El anuncio del referéndum se recibió, por parte de los mercados internacionales, como un mensaje apocalíptico. La reacción de las bolsas fue el acostumbrado desplome, mientras que las primas de los países de la Europa periférica se disparaban[3]. Empieza a ser preocupante para la salud democrática de nuestros estados que las variaciones de aquellos dos parámetros -bolsas y primas de riesgo- se tomen sistemáticamente como criterio de valoración de las medidas anunciadas por los gobiernos. Aprovechando la cumbre del G-20 celebrada en Cannes, Merkel y Sarkozy llamaron al orden al primer ministro griego.

Al respecto, hay que decir que Papandreu había avisado unos meses antes de que planteaba la posibilidad de que el siguiente rescate fuese aceptado bajo el marco de una previa consulta popular[4]. Por tanto, no es justo que el primer ministro griego pudiera ser tachado de traidor a Europa, quien con su irresponsabilidad pusiese en peligro al euro y a la Unión en sí misma. El interés de Merkel y Sarkozy coincide con el de los principales bancos de sus respectivos países, los principales acreedores de la deuda griega. A la presión de aquéllos se sumaron las duras palabras de José Manuel Durão Barroso, presidente de la Comisión Europea, quien advirtió que "Sin el acuerdo de la UE y el FMI sobre Grecia, las condiciones de los ciudadanos griegos pasarían a ser mucho más dolorosas, en especial para los más vulnerables", a lo que agregó que "Las consecuencias serían imposibles de prever"[5].

Parece que desde el otrora próspero eje París-Berlín nadie piensa en la situación de la ciudadanía griega. ¿Es acaso realista pensar que una deuda cuyos intereses están en torno al 20%, mientras los de Alemania están a sólo un 2%, es pagable sin consecuencias[6]? Hablamos de una deuda que se acerca a los 20.000 euros por habitante de aquel país[7]. Así, las primeras consecuencias las lleva sufriendo el pueblo griego desde hace meses, cuya única opción de protesta es la movilización, que ejerce casi a diario aunque de ello apenas se hable en los informativos españoles. La ciudadanía griega vive inmersa en brutales recortes que han paralizado el consumo interno, conducido a millares de griegos a una pobreza generalizada y sin remedio a corto plazo[8]. Mientras tanto, las clases altas intensifican sustancialmente la fuga de capital a los bancos suizos[9].

No cabe duda que, si hubo alguna vez intención real por parte de Papandreu de convocar un referéndum,  fue debido a la magnitud de las movilizaciones de la ciudadanía. Los días 19 y 20 de octubre se produjeron las mayores manifestaciones hasta la fecha, que convocaron a más de medio millón de personas sólo en la plaza Syntagma de Atenas. Dada la situación actual, existe la posibilidad de que todo el anuncio del referéndum no fuera más que un montaje pactado desde las altas esferas, cuyos principales escollos eran los peligros de revueltas sociales y, sobre todo, una hipotética intervención del Ejército mediante un golpe de estado. El propio anuncio de referéndum pudo servir para ilusionar, enfriar los ánimos de una población deseosa de un mínimo atisbo de esperanza. El Ejército, preocupante por su propia naturaleza y las abiertas simpatías mostradas desde algunos sectores de aquél hacia la ciudadanía[10], fue hábilmente descabezado por el ejecutivo de Papandreu apenas 24 horas después del anuncio de la consulta popular[11].

En cualquier caso, los planes del BCE y las bancas francesa y alemana pesaron mucho más que las legítimas reivindicaciones del pueblo. El recién estrenado ejecutivo griego se trata de un "gobierno de unidad" formado por la coalición del Partido Socialista (PASOK), Nueva Democracia (ND) y la Concentración Popular Ortodoxa (LAOS) -partido de ultraderecha-, liderado por Lukas Papadimos, cuya condición de ex-alto cargo en el Banco de Grecia y en el Banco Central Europeo crea una duda razonable acerca de su idoneidad para servir a los intereses del pueblo griego.

Las primeras instrucciones al nuevo gobierno llegan de la mano de Merkel y Sarkozy, quienes reiteran al Gobierno griego la necesidad de aplicar sus compromisos con el BCE, es decir, aplicar nuevas reformas, condición necesaria para recibir nuevas ayudas económicas[12]. Es dudoso, vistos los precedentes, que esas ayudas sirvan para mejorar las condiciones actuales de la ciudadanía griega. Por ejemplo, parte de las ayudas anteriores sirvieron para saldar la deuda de la Armada de Grecia con la compañía alemana Thyssenkrupp Marine Systems por la compra de unos modernos submarinos[13].

Las recetas neoliberales para salir de la crisis han demostrado ser no sólo inútiles sino nocivas para las economías a rescatar. La ciudadanía es la que sufre principalmente las medidas planteadas, eufemismo para referirse a recortes y reducción de derechos. Hemos olvidado que Islandia, e incluso las economías del Cono Sur, como Argentina, sólo pudieron salir de sus respectivas crisis cuando dijeron “no” a seguir el juego de los rescates y las deudas odiosas.

Ante la situación política y social que se está produciendo en Grecia, a la ciudadanía europea no nos queda más remedio que exigir explicaciones a nuestros representantes en Europa de lo que está ocurriendo, tenemos derecho a conocer el porqué de ese trato antidemocrático al pueblo griego, por qué motivo se le ha negado el derecho de decidir sobre el pago de la deuda y, posteriormente, de elegir a sus representantes en el nuevo gobierno; que se aclare si ese cambio de gobierno se trata de un golpe de estado de-facto organizado desde las altas instancias europeas y, si es así, que se explique claramente el destino que nos tienen planificado para el resto de la ciudadanía europea, porque la Democracia cada vez parece más utópica en nuestro continente.


[1] “Grecia convoca un referéndum para aprobar el pacto de la quita”. Público, 1/11/2011.
[2] “Papandreu decide retirar el referéndum sobre el plan de rescate”. Público, 3/11/2011.
[3] “El referéndum de Grecia estrella las Bolsas europeas y castiga la deuda soberana”. RTVE Noticias, 1/11/2011.
[4] “Los logros de los ‘indignados’ en Grecia destacados en la prensa extranjera, ignorados en España”, 8/06/2011.
[5] “Merkel y Sarkozy a Grecia: o el rescate o el caos”. Público, 2/11/2011.
[6] Rosa Mª Artal (noviembre 2011): "Cataclismo griego ¿Miedo a la democracia?". ATTAC España.
[7] "Grecia: cada ciudadano debería pagar 20.000 euros para normalizar la deuda". El Economista, 8/11/2011.
[8] "Greece Threatened with Widespread, Long-Term Poverty". Spiegel, 19/07/2011.
[9] "Fuga de capitales en Grecia: ciudadanos desvían más de 200.000 millones a Suiza". El Economista, 19/10/2011.
[10] "Grecia, las fuerzas militares se unen a las manifestaciones". 4/10/2011.
[11] "Papandreu releva por sorpresa a la cúpula del Ejército". Cinco Días, 1/11/2011.
[12] "Merkel y Sarkozy reiteran a Papademos que cumpla con celeridad los compromisos". Europa Press, 12/11/2011.
[13] Juan Hdez. Vigueras (noviembre 2011): "El problema de Grecia". Blog Dominio Público.

martes, 8 de noviembre de 2011

Después del gran debate toca reflexionar

Este artículo plantea el debate electoral entre los candidatos de los dos partidos mayoritarios como indicador de la calidad de la democracia en el estado español, donde el bipartidismo se da como un hecho, polarizando a la ciudadanía hacia uno u otro partido político, hecho que condena a las demás opciones a un segundo plano.

Con una periodicidad de aproximadamente cuatro años se produce un nuevo debate del siglo, un "cara a cara" entre los dos candidatos de turno a la presidencia de gobierno de los dos partidos mayoritarios. La natural expectación de los días previos suele desembocar en ubicuas tertulias durante el día después donde muchos ciudadanos, queramos o no, nos encontramos en medio de tensos debates improvisados entre partidarios de uno u otro candidato, a quienes ven respectivamente como "vencedores" de la contienda de la noche anterior. En la mayoría de aquellas charlas de café es tangible la falta de espíritu crítico que se ha concedido a la ciudadanía, absorta en su mayor parte en un debate que, visto fríamente, puede resumirse en un continuo "y tú más".


Así, el apasionamiento que muestra una importante cantidad de ciudadanos raya el fanatismo propio de forofos de los deportes de masa. En realidad llevamos muchos años instalados en el bipartidismo, en la elección entre dos únicas opciones a las que los medios nos fuerzan a que nos sintamos identificados: Real Madrid o Fútbol Club Barcelona, sin más. Es verdad que un debate así tendría que ser una fuente importante de información para el ciudadano a la hora de decidir su voto, puesto que ese "cara a cara" es la oportunidad para cada candidato de contrastar el programa electoral del partido que representa con el de su oponente. Pero, honestamente hablando, ¿alguien tiene la sensación de que esto haya ocurrido en este último debate?, ¿acaso ha ocurrido en alguno de los más recientes?

Sin embargo, la oportunidad para el ciudadano de decidir el voto queda limitada ante el evidente sesgo ocasionado por el bipartidismo rampante al que nos somete este tipo de debates. ¿Acaso no existen otras opciones?, ¿por qué siempre son los debates a dos partes?, ¿por qué no se invitan a otros candidatos? El mensaje implícito es que sólo aquéllas son las opciones válidas, cualquier otra elección supone prácticamente tirar el voto. Lo dice la televisión. De hecho, en las tertulias del día después todos hemos podido oír a alguien decir aquello de "votaré a Fulanito, a ver si lo hace mejor que Menganito". Pero, vamos a ver, ¿a dónde quedó la mentalidad crítica que se le presupone a cualquier ciudadano con derecho a voto? La cuestión de hacerlo "mejor" o "peor", según el criterio particular de cada uno, es algo que tendría que estar reflejado con perfecta claridad en los programas electorales de los partidos políticos, que tendrían que ser el principal factor para decidir el voto.

Por contra, el panorama que se nos presenta es un montaje mediático que roza el ridículo, entre un candidato que promete cosas que no hizo mientras tuvo la oportunidad y otro que simplemente evita comprometerse más de lo necesario. No hubo debate. Se jugó al gato y al ratón, se cumplió el guión establecido del "y tú más", se dio una nueva vuelta de tuerca al bipartidismo. La mediatización de estos debates es tan evidente que la ciudadanía tendría que plantearse si realmente merece la pena ser cómplice de tal montaje, cuyo coste ha ascendido a los 550.000 euros[1].

No se profundizó realmente en lo que preocupa a los ciudadanos. No vale sólo con prometer puestos de trabajo, no basta con hablar del fin de la crisis. Son vaguedades. La ciudadanía merece ser tratada con respeto, no como simples máquinas de votar, lo cual supone un insulto a la inteligencia[2]. Hay que explicar a la ciudadanía el camino que piensan tomar para crear empleo, para salir de la crisis. Explicaciones serias, razonadas, evitando imprecisiones. No basta con prometer puestos de trabajo, también hay que asegurar la calidad de aquéllos, dado que hoy en día ser mileurista ha llegado a ser un lujo, teniendo en cuenta las precarias condiciones de muchos empleos. Faltaron además menciones explícitas a problemas tan graves como la corrupción -que ha salpicado a miembros de ambas formaciones políticas-, a la grave polarización de las rentas entre trabajadores y ricos, a las injustas políticas fiscales que favorecen tal polarización, o al rampante fraude fiscal; cuestiones sumamente importantes que empobrecen al estado español no sólo en lo económico sino en la calidad de la democracia en sí misma. Pero es que, además, los ahora presentados como contrincantes no tuvieron reparo en negar a la ciudadanía el derecho a expresarse a través de un referéndum cuando se trató de cambiar la Constitución. En aquel momento, ambos partidos fueron de la mano para tramitar una ley que polariza a la Carta Magna hacia el neoliberalismo. Ante tales condiciones es dudoso pensar que estos partidos políticos se deban en primer lugar a la ciudadanía, máxime cuando los últimos presidentes y algunos ex-ministros se encuentran actualmente acomodados en el seno de importantes corporaciones, las cuales forman parte de los temidos "mercados"[3].

Vivimos sumidos en una democracia incompleta, donde el "poder del pueblo" queda limitado al ejercicio de depositar una papeleta en una urna de vez en cuando, al que eufemísticamente se llamará "la Fiesta de la Democracia". Durante los próximos cuatro años se dictarán leyes, se cambiarán otras sin consultar a la ciudadanía, se gobernará -según sus propias palabras- de acorde a los dictados de los "mercados". Argumentarán que no hay dinero, que hay que cumplir irreales objetivos de déficit, previamente pactados a fuego de ley entre ambos partidos, mientras los ciudadanos sufren un continuo empobrecimiento, los pensionistas con sus sueldos congelados, los funcionarios condenados a pagar un peaje por el hecho de haber aprobado unas oposiciones. Los pobres seremos más pobres; los ricos, más poderosos.


Notas:
[1] "El 'cara a cara' pierde audiencia al ganar cadenas". Informativos Telecinco, 8/11/2011.
[2] "El discurso agresivo de Rubalcaba choca con un Rajoy sin propuestas". Público, 8/11/2011.
[3] En Ciencia Política se define como efecto "puerta giratoria" al cada vez más común movimiento de personas entre puestos de altos cargos políticos y posiciones de gran responsabilidad en grandes empresas privadas. En este sentido, este fenómeno comienza a ser preocupante en tanto que parece que algunos gobernantes invierten una parte de sus esfuerzos en hacer méritos para agradar a futuros patrones. Véase el artículo "El efecto “puerta giratoria” y la corrupción política".