Orgullo es la palabra que mejor define al hecho de ver a un alcalde defender a su pueblo. A pesar de que la caverna mediática, cutre y casposa como siempre, pretenda vender el desalojo de una familia en Cádiz como un fracaso del nuevo alcalde, la realidad apunta a un esperanzador proceso de cambio. Un choque de lo viejo, encarnado en órdenes que vulneran el derecho de todo español a la vivienda, frente a lo nuevo, encarnado en un edil rebelde a los grandes poderes fácticos. El intento de parar el desahucio, un gesto que honra a un alcalde del pueblo y que se confirma para el pueblo.
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