¿En qué coinciden el autoproclamado azote de Syriza, Wolfgang Schäuble, y José Ángel Creco, jefe de la patronal en León y candidato municipal de Ciudadanos?
Ambos parten de un mismo principio ideológico que pone por delante los números a las personas. Una concepción de la necesidad de buscarse la vida meramente mercantilista, según la cual, en palabras del empresario leonés, "el drama humano es duro, pero la realidad manda y es mucho más dura"[1]. ¿Realidad?, ¿qué realidad?, ¿acaso se siente por encima del resto de las personas como para determinar los parámetros de una o otra realidad?
Parece ser que, en el contexto neoliberal que inunda -y ahoga- a los pueblos de Europa, la realidad es exclusivamente de naturaleza financiera. Una realidad convertida en eufemismo que invisibiliza la creciente indefensión de una mayoría que descubre cómo su principal activo, su tiempo, es continuamente devaluado.
El cristal de aquel poema de Campoamor se encuentra en manos de unos pocos, quienes dictan el color de la realidad y el valor de nuestras vidas. El mito del emprendedor se complementa ahora con el del migrante, esa persona que, según Shäuble y Creco, es plenamente responsable de su presente laboral pues éste es función de su movilidad[2], de su disposición a migrar a Laponia, como diría aquel directivo de la CEOE[3].
Lo que olvidan contarnos estos señores es que, incluso en cuestión de movilidad, hay clases. Mientras hay quienes migran de sillón a sillón, hay quien se ve obligado a hacerlo con una mano delante y otra detrás, la situación propicia para malvender la mano de obra, el precio de cada hora trabajada.
No es cuestión de plantear la libertad de movimiento de las personas, pues debe ser un derecho indiscutible, sino que ésta no parta de la necesidad y la miseria. Es indignante leer que la culpa del paro es que muchos desempleados "no están dispuestos a cambiar de región", máxime cuando las regiones de origen fueron hasta no hace demasiado tiempo prósperos centros industriales. ¿Es necesario recordar al señor Shäuble el trueque por subvenciones que supuso la reconversión industrial de los años 80 y cómo ésta sirvió para el lucro de grandes compañías de su Alemania natal? Destruyeron nuestras fuentes de empleo y ahora nos culpabilizan porque no queramos movernos a cualquier precio.
De aquellas aguas estos lodos que enfangan la otrora Europa de los pueblos que soñaba con valores de libertad, igualdad y fraternidad, actualmente mutados a emprendimiento e insolidaridad. Así, un empresario, según su concepción neoliberal, no es ya quien toma el papel de crear empleo dentro del ecosistema social, sino quien hace el favor de permitir a los no-emprendedores tener un sueldo, añadiendo un peligroso sesgo de servidumbre a la relación con el empleado que le lleva a afirmar incluso la idoneidad de que sea el trabajador quien "debería pagar 45 días por año a la empresa que lo despide".
Por mucho que les moleste, vuelve a cobrar sentido el término casta política para referirse a esas personas que danzan entre los poderes políticos y económicos, al servicio de intereses muy lejanos al de las mayorías, cegados por conceptos macroeconómicos que jamás asegurarán una vida digna a la mayoría de las personas. Simplemente, ni son como nosotros ni comparten nuestros intereses y, por tanto, no se merecen nuestro voto.
[1] "El líder de la patronal CEL: «El trabajador debería pagar 45 días por año a la empresa que lo despide»". Diario de León, 27 de marzo de 2014.
[2] "Schäuble dice que los jóvenes españoles no encuentran trabajo porque no quieren “cambiar de región”". Vozpópuli, 16 de marzo de 2015.
[3] "CEOE afirma que 'hay que aceptar trabajos aunque sean en Laponia'". El Mundo, 20 de febrero de 2013.
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