No hay duda de que el terrorismo es una lacra que ha de ser combatida y eliminada de la sociedad. No obstante, es responsabilidad de todos el desarrollo de una memoria y un espíritu crítico que nos lleven a reflexionar sobre los errores cometidos en nombre de la lucha antiterrorista. No sólo se trata de evidentes ilegalidades como fuese la trama de los GAL, sino de discutibles interpretaciones de la anterior ley que llevaron a prisión a trabajadores por movilizarse en defensa desesperada de su puesto de trabajo. Ahora que se incluye la cadena perpetua como castigo, ¿quién nos asegura que no será aplicada a personas que, aún cometiendo errores, nada tengan que ver con organizaciones terroristas? Un pacto del que se destaca el fraternal apretón de manos entre PP y PSOE aparentemente deseosos de aprovechar la coyuntura actual para demostrar ante la galería el (supuesto) buen estado de salud del bipartidismo.
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