El chiste es casi inevitable. Que Mariano Rajoy, presidente del país de financiaciones ilegales, de los Bárcenas y los ERE, de pelotazos varios, burbujas y aeropuertos fantasmas, negocie en China la posible implantación de Alibaba en España, nos hace pensar que los cuarenta ladrones del cuento de Las mil y una noches serán de aportación nacional ("Usted traiga Alibaba a España que de los cuarenta ladrones ya nos encargamos nosotros"). Chascarrillos aparte, lo cierto es que no resulta tranquilizador que el modelo de negocio chino, habida cuenta de las paupérrimas condiciones que reserva a sus trabajadores, sea importado a España.
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