La derecha neoliberal española adora a Margaret Thatcher, no en vano ella fue quien aceleró el desmontaje del Estado del bienestar en Europa, promovió la desregularización del sector financiero, la flexibilización del mercado laboral, la privatización de empresas públicas y la reducción del poder de los sindicatos. Un peón del Gran Capital convertida en enemiga de la clase trabajadora a la que no dudó en reprimir duramente en las calles, a cuyos hijos enviaría a una guerra colonial contra Argentina, mientras apoyaba con ahínco a su admirado dictador Pinochet. Thatcher fue quien trazó el camino de la Tercera Vía que luego inspirase a Blairs, Zapateros y Hollandes, quien destruyó la dignidad de la clase trabajadora al negar su existencia -reduciéndolos a chavs en el imaginario colectivo-, quien aupó al imperialismo norteamericano -junto a Reagan y Wojtyła- como hegemón mundial, quien apoyó el régimen racista de Sudáfrica mientras repetía al mundo que el segregacionismo sudafricano era bueno para Occidente. Será por tales logros por los que, Botella, Aguirre y compañía han decidido nombrar una céntrica plaza de Madrid en memoria de la Dama de Hierro.
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