Los ecos de aquel despertar aún resuenan en las calles y plazas españolas. Si en aquellos días se vivía indignación, hoy estamos en pleno proceso de politización. Sin darnos cuenta, hemos absorbido la idea de que democracia no es votar cada cuatro años, que protestar sirve, que de esta crisis sólo saldremos cuando nosotros, el pueblo, cuando decidamos ser soberanos de nuestro destino. Por eso la semilla del 15M ha germinado en las mareas ciudadanas, en las plataformas antidesahucios, en los casi dos millones de personas que salieron a las calles el 22 de marzo.
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