Cuando tienen lugar conflictos de intereses entre las mayorías dignas que defienden el medioambiente y las grandes multinacionales que hacen de éste un negocio, las segundas suelen acudir a sus chequeras para comprar voluntades. Ejemplo de ello es lo ocurrido en un condado de los Estados Unidos, donde se pretende prohibir "la propagación, cultivo, aumento o crecimiento de las plantas de ingeniería genética", que ha llevado a un grupo de 6 multinacionales químicas -incluyendo a Monsanto- a donar 455.000 dólares a Good Neighbor Farmers, un comité de acción política que lucha contra la iniciativa del condado. Son las lamentables reglas del juego de un injusto sistema económico que nos recuerda una vez más que, aunque nosotros llevemos la razón, ellos tienen el dinero.
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