El pueblo español lleva cargando un lastre de cuatro décadas de dictadura del que no se podrá librar mientras no sean juzgados los crímenes perpetrados durante aquella época. No se podrá hablar de democracia ni presumir de transición modélica mientras cuerpos de luchadores por la libertad yazcan en cunetas, mientras grandes fortunas sigan intactas a pesar de haber sido ilícitamente amasadas con la complicidad del franquismo, mientras torturadores y asesinos con el beneplácito de aquel régimen sigan campando a sus anchas o muriendo de viejos en sus camas. Lo más triste de todo es que tengan que venir, una vez más, de fuera para decirnos algo tan obvio como que la Ley de Amnistía de 1977 tendría que quedar sin efecto.
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