Ya es hora de que nos demos cuenta de que la caridad sólo sirve para poner parches en la sangrante herida de la desigualdad. El fracaso de uno de los proyectos financiados a través del programa "Entre todos" demuestra que las limosnas, por muy buena voluntad tengan sus donantes, son insuficientes para erradicar la pobreza y la precariedad. La prosperidad para todos solo podrá ser alcanzada cuando las administraciones públicas establezcan políticas para el reparto de las riquezas.
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