Está claro que, a la mínima de cambio, hay quienes insisten en poner de manifiesto la esencia de la ideología que les motiva. La extrema intolerancia hacia el ejercicio de libertad de pensamiento de Alberto Garzón, mostrada en forma de amenazas hacia su persona y familiares, sólo puede surgir de gentes que añoran aquel oscuro pasado en el que el concepto de libertad consistía en elegir entre yugos y flechas o el águila de San Juan. Gentes que no aceptan otros puntos de vista; gentes que se apoyan en la desmemoria y la impunidad de una transición chapucera para exhibir con patético orgullo su mentalidad retrógrada; gentes que, si pudieran, extenderían y cumplirían sus amenazas contra todo aquel que no piense como ellos.
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