Susan George reconocía en una reciente entrevista que la actual crisis no es más que un nuevo capítulo de la lucha de clases. Por ahora es una lucha unilateral, reflejada a a través del agresivo comportamiento de una clase dominante que busca a toda costa incrementar su riqueza, poder e influencia. Mientras tanto, la clase trabajadora asiste inerme a la destrucción de cualquier derecho, arrastrada a la precariedad, condenada a una vida en la que, cuando tiene la posibilidad, dedica a trabajar para subsistir. Su pecado: no tener conciencia de clase.
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