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jueves, 27 de diciembre de 2012

El derecho a descansar dignamente tras una vida de sacrificios

La insistencia de los grandes organismos al servicio de los poderes financieros, como el FMI o la Comisión Europea, de retrasar la edad de jubilación denota su interés en penalizar a la clase trabajadora por el hecho de vivir más de su vida útil según los parámetros del capital.

La Europa del capital vuelve a hacer de las suyas. En esta ocasión se trata de la última sugerencia de la Comisión Europea acerca de retrasar, de nuevo, la edad de jubilación[1]. Cualquier consideración hacia nuestros mayores queda relegada a un segundo plano cuando se enfrenta a oscuros cálculos de economistas al servicio de los grandes poderes para quienes los trabajadores son, ni más ni menos, objetos desechables una vez que han culminado su vida útil.

Esta grotesca concepción de las personas mayores, por parte de los tecnócratas de la Comisión Europea, evoca a aquel análisis del FMI de principios del 2012 que consideraba un riesgo el hecho de que la gente viva más de lo esperado[2]. Ahora resulta que, tras una vida llena de sacrificios, aceptando sumisamente empleos malpagados, sufriendo el desgaste de jornadas maratonianas, madrugando cada mañana para acudir puntualmente al lugar de trabajo, dedicando más de una tercera parte del día a trabajar, ni siquiera tenemos derecho a unos años de descanso.

La sugerencia de la Comisión Europea se resume en penalizar a la clase trabajadora por atreverse, en promedio, a vivir más. Todo ello respaldado por un argumento tan simplista como relacionar el envejecimiento general de la población con la sostenibilidad de las pensiones. Por supuesto, si la cuestión del ajuste la edad de jubilación se limita al interés particular del capital financiero, tal argumento no admitirá discusión alguna. Incluso será cuestión de tiempo de que la caterva de sumisos todólogos que pululan los medios de comunicación comiencen a repetir el consabido argumento, que ya recitaron hace poco más de año y medio, con tal de justificar la nueva ocurrencia del gran capital europeo.

Sin embargo, fuera del espacio acotado por el establishment hay economistas que no cesan de advertir del disparate que suponen los argumentos a favor de retrasar la edad de jubilación[3]. Una sociedad cada vez más tecnificada y, por tanto, más productiva no debería tener problemas en obtener fondos para sufragar las pensiones por mucho que aumente la población jubilada. Ahora bien, si el modelo actual de fondo público de pensiones se basa fundamentalmente en las cotizaciones de los empleados, lo lógico es potenciar la creación de puestos de trabajo de calidad para asegurar entradas de dinero suficientes en el fondo de la Seguridad Social. En todo caso, nada impide que, en el peor de los escenarios futuros, el Estado habilite otras opciones de financiación para el fondo público de pensiones. Claro está que aquello implicaría elevar los impuestos a quienes más tienen y perseguir con tenacidad el fraude fiscal y la evasión de capital.

Por otro lado, conviene aplicar cierta cautela ante los estudios que sugieren un escenario de impagabilidad de las pensiones. Hasta el momento, ninguna de las profecías al respecto ha acertado. Ya en 1995 hubo un informe que señalaba el año 2000 como el momento en el que las pensiones públicas serían inviables. Durante los años siguientes se repetirían idénticas predicciones para el 2005 y el 2020[4]. Uno de los informes más recientes viene de la mano de Rodrigo Rato quien, a pesar de su incapacidad de predecir el futuro de Bankia, se atrevía a pronosticar del crack del sistema de pensiones hacia el 2022[5].

La otra estadística para justificar el retraso de la edad de jubilación, la del aumento de la esperanza de vida, no sólo es fundada sino tendenciosa. Por una parte, vista la deriva que está tomando el sistema público sanitario, habría que comenzar por plantearse si la tendencia al crecimiento en la esperanza de vida de la población está próxima a su fin. Tan sólo hay que observar aquellos núcleos familiares compuestos por miembros de tres generaciones que son sostenidos por las pensiones de los abuelos. Se dan cada vez más casos de ancianos que prescinden de sus tratamientos médicos, destinando tales presupuestos al bienestar básico de hijos y nietos[6]. Además, como señalan otros estudios, la esperanza de vida es desigual para los ciudadanos si se tiene en cuenta el factor clase social. Simplemente, las clases más desfavorecidas apenas sobreviven estadísticamente unos años a la actual edad de jubilación. Así, "un burgués vive dos años más que un pequeño burgués que, a su vez, vive dos años más que una persona de clase media, la cual vive dos años más que una persona trabajadora cualificada, que vive dos años más que una persona trabajadora no cualificada, la cual vive dos años más que un trabajador no cualificado con más de cinco años en paro. La distancia entre la última y la primera es de diez años"[7].

Es profundamente injusto que, tras una vida trabajando, produciendo, consumiendo, en definitiva, creando una plusvalía que fundamentalmente va a los bolsillos de los más poderosos, ni siquiera se reconozca a los trabajadores el derecho a un descanso digno en los últimos años de su vida. El gran capital ha convertido al ser humano, a la persona, en un instrumento de usar y tirar al que sólo presta un mínimo de atención mientras le es útil. Lo más rentable, desde su perspectiva, es que el diligente empleado pase a mejor vida el día después de su jubilación. Simplemente grotesco.


[1] Bruselas pide a España que retrase la edad de jubilación para frenar el gasto en pensiones". El Confidencial, 18 de diciembre de 2012.
[2] "El FMI pide bajar pensiones por "el riesgo de que la gente viva más de lo esperado"". El País, 11 de abril de 2012.
[3] Vicenç Navarro, Juan Torres y Alberto Garzón (2010): ¿Están en peligro las pensiones públicas? Las preguntas que todos nos hacemos. Las respuestas que siempre nos ocultan. ATTAC, Madrid.
[4] Ibid, 31.
[5] "Rodrigo Rato advierte que el sistema de pensiones español puede entrar en déficit en el 2022". El Diario Exterior, 20 de enero de 2010.
[6] "Uno de cada tres ancianos españoles ayuda a sus hijos a sobrevivir con la pensión". El Confidencial, 14 de junio de 2012.
[7] Vicenç Navarro: "El retraso de las jubilaciones". Público, 16 de diciembre de 2012.

5 comentarios:

  1. Atrasar la edad de la jubilación, es un fracaso de nuestro sistema. La tecnología y la optimización de recursos deberían de llevarnos a un mayor bienestar, pero ciertas perversiones ideológicas y/o economicas lo impiden. Las herramientas las tenemos, solo necesitamos la voluntad y el conocimiento suficientes para llegar a buen puerto. Ahora mismo estamos dando pasos hacia atrás...

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    1. sencillamente se trata de repartir mejor los recursos. Las perversiones ideológicas no existen: existen las ideologías.

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  2. Llegará un momento en el que quien quiera una pensión tendrá que pagarsela a través de una empresa privada y quién no pueda que se joda! Y además pagar durante toda la vida laboral los impuestos que sirven para mantener ese mismo sistema que oprime. Es un negocio redondo

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  3. La propaganda del capitalismo ha sido efectiva y hoy el trabajador medio defiende con vehemencia que hay que alargar la eda de jubilación, que hay que trabajar más horas, que las pensiones son insostenibles... Es decir, que cuando el brutal desarrollo tecnológico de las últimas décadas debería de llevarnos a la situación contraria: trabajar menos horas y durante menos años, resulta que tenemos que volver al siglo XIX...

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  4. Un artículo muy acertado y completo. Gracias por compartir tus reflexiones.

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