Reproduzco a continuación un clarificador escrito del profesor Alfonso Galindo, una llamada a la libertad de pensamiento, al ejercicio del escepticismo y un toque de alerta contra las crecientes amenazas de manipulación a la ciudadanía, a la cual se ofrece cabezas de turco como elementos de distracción hacia los verdaderos problemas que desembocan de los duros momentos de crisis y recortes sociales que estamos viviendo.
El día 22 de julio de 2012 salió en el blog de Fernando Santiago una opinión que no tiene desperdicio, un párrafo envenenado que es necesario abrir y destripar para aislar el veneno. Este párrafo figura al pie de una foto de la manifestación multitudinaria del día 19. El autor del blog lamenta una actuación del juez Bermúdez de la audiencia nacional y, a tiempo de que se permite este alarde de libertad de expresión, propone el abucheo de una pancarta.
Ese mismo día de las grandes manifestaciones en toda España, contra la represión económica del gobierno actual, el ministro de Interior hizo un último intento de rescatar el terrorismo para que los españoles, como hicimos en épocas pasadas, nos podamos tragar la píldora de los recortes.
Pero esta vez no ha dado resultado. La única voz original en este caso ha sido la de Fernando Santiago. Toda su parrafada se podría haber sustituido por una frase: “que sepan los detentadores del poder que estoy de su lado, a toda costa”. ¿A qué costa? A costa de engañar a los lectores de su blog y, por extensión, a los del grupo editorial que lo aloja (Grupo Joly, Diario de Cádiz). Después de que el ministro anunciara que se ha cerrado un caso de hace 17 años, resulta que lo único que hay de novedoso son las detenciones. El juez Bermúdez ha tardado dos días en decretar la libertad para dos de los tres detenidos.
Pero a diferencia de otras épocas, la gente ya sabía que la operación era una cortina de humo y que las detenciones eran de relleno. Por eso, en la gran manifestación hubo una pancarta pidiendo la inmediata excarcelación y la gente no abucheó, sino que se fueron acercando para mostrar su apoyo; y nos fuimos relevando, casi nos peleábamos por sujetar la pancarta. Porque ya la gente no se traga estas operaciones fantasmagóricas, ni siquiera al leer los desvaríos de su blog.
El autor se extraña de que se haya conseguido el dinero de la fianza, pero nosotros, que conocemos al afectado y a su familia, sabemos que no está solo y se ha logrado conseguir 10.000 euros que han salido, lo vamos adelantando (por si Fernando Santiago ha querido sugerir otra cosa), de las rentas del trabajo de sus amigos y familiares.
Ya no valen esos métodos, la gente no está tan atontada y desarticulada y por eso, este blogger se ve obligado a mentir cuando habla de “las pruebas acumuladas por la guardia civil”. La Benemérita se ha limitado a cumplir órdenes. Las supuestas “pruebas” no son tales a criterio del juez de la Audiencia nacional, pero eso a Fernando Santiago se le hace “muy cuesta arriba”.
En lo único que le doy la razón es que “esto no debería dejar indiferente a nadie”. A nosotros lo que se nos ha hecho muy cuesta arriba, aparte de la fianza, es el disgusto innecesario que se le ha dado a la familia y a la gente de Cádiz. Ojalá que sus poderosos patrocinadores no le incluyan nunca en una lista de nombres y no le toque nunca lo que muchos inocentes han padecido, en razón de su activismo de izquierdas y con motivo de las estrategias mediáticas de un nefasto gobierno de la nación.
Lo que le faltaba al juez, a los gaditanos y al damnificado es que usted saque un panfleto sembrando la sospecha sobre una persona que puede acreditar su inocencia. Creo que lo correcto, en este caso, es denunciar el papel de medios de prensa y propaganda y la politizada familia de Publio Cordón, que, suplantando a la judicatura, sentencian de antemano a los inocentes, con tal de poder narcotizar a los sufridos lectores de este país.
Alfonso Galindo Lucas
Bien, Alfonso. Por cierto el señor Santiago hoy dedica su columna a Serrat y Sabina, aplicandose como pertidario de su pensamiento. Como se enteren el Serrat y el Sabina, ya verás.
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