Páginas

sábado, 15 de octubre de 2011

La rabia del pueblo se materializó el 15 de octubre

El 15 de octubre ha supuesto un gesto de protesta internacional sin precedentes. La ciudadanía, por vez primera, ha salido a la calle en las principales ciudades del mundo para decir "basta" a los abusos de los grandes poderes financieros. La rabia del pueblo, este sentimiento global de indignación, por fin se hace patente y se dirige contra los verdaderos culpables de esta crisis de civilización que nos toca sufrir.

Llegó el 15 de octubre. Desde Japón hasta los Estados Unidos, en casi mil ciudades de todo el mundo, los ciudadanos hemos comenzado a mostrar nuestro hartazgo hacia una realidad que no nos gusta. Por fin somos conscientes de que la percepción de haber sido traicionados por la llamada clase política dominante no es individual, sino algo que afecta a cada trabajador, ya sea vecino o ciudadano del otro extremo del globo. Hemos aprendido a base de decepciones el verdadero significado del término globalización. En Occidente presumíamos de democracia cuando en realidad son los grandes poderes financieros mundiales quienes dictan las leyes, habiéndose constituido en un gobierno en la sombra, sin rostro pero con largas manos que provocan recortes en nuestra calidad de vida, en nuestros derechos sociales; fomentan guerras, hambre, desempleo; especulan con nuestro pan, con nuestro medio ambiente, con nuestro presente, con nuestro futuro.

¿De verdad pensaban que nos íbamos a quedar en casa? Era cuestión de tiempo que la ciudadanía despertara del narcotizante efecto de unos medios de comunicación al servicio de los mismos poderes que controlan a los gobiernos. Por primera vez en la historia, la ciudadanía global toma conciencia de clase.

Que un mismo día los trabajadores del mundo se pongan de acuerdo para salir a la calle implica esperanza. Porque jamás un grupo tan numeroso de ciudadanos se ha congregado para señalar a los culpables, a ese 1 por cierto cuya avaricia rompe sueños, esperanzas, condena a muchos a la pobreza, al desempleo. Ésta es la rabia del pueblo, la rabia de ver nuestros objetivos obstaculizados, de vivir atados de manos. La rabia, de crecer demasiado rápido cuando los adultos te roban la infancia. La rabia de ver imposible esa paz tan querida. La rabia de ver tantos policías armados en nuestras calles. La rabia de ver este puto mundo autodestruirse y que sean siempre los inocentes los que están en la línea de fuego[1].

Esta rabia del pueblo es positiva, constructiva, pacífica -aunque en muchas ocasiones reciba como respuesta la brutalidad de agentes que aún no son conscientes de que pegan a los de su misma clase-. Una rabia que no terminará el día 15 de octubre, sino que se extenderá por la población, romperá prejuicios, abrirá nuestros ojos. Cada vez más ciudadanos nos daremos cuenta de que nuestra condición de víctimas de ese 1 por ciento es nuestro nexo de unión. Nos han condenado a ser los "de abajo", pues ahora vamos a mirar hacia arriba y les combatiremos con inteligencia, desmontando sus mentiras, denunciando sus excesos, sus manipulaciones.

Mandemos un mensaje a nuestros gobernantes presentes y futuros: es su deber gobernar para los ciudadanos, estar al servicio de los trabajadores y su bienestar. La población ha apagado los televisores y sale a la calle para romper las cadenas que sujetan a la clase política dominante al mandato de los mercados, los grandes poderes financieros. Que no vuelvan a justificarse agresiones al bienestar de los ciudadanos para "tranquilizar a los mercados". Exijamos gobernantes con el valor de demostrar a los "de arriba" que ellos están exclusivamente al servicio de los ciudadanos, quienes les confiamos el voto, a quienes han de servir.


[1] Extraído de la canción "La Rage" de Keny Arkana (2006). Se recomienda leer la letra completa: