domingo, 28 de octubre de 2012

Diccionario de la Crisis: todólogo

todólogo, ga.
1. m. y f. Tertuliano habitual de programas de debate en televisión o radio que suele opinar de cualquier tema que se le plantee, derivándolo habitualmente al plano ideológico al que es afín, normalmente coincidente -a grandes rasgos- con la línea editorial del medio para el que trabaja.

¿Suicidios voluntarios o muertes inducidas?

Los recientes suicidios acontecidos por motivo de la crisis destapan no sólo una terrible estadística silenciada hasta ahora por los medios, según la cual tres suicidios diarios en España lo son por causas económicas, sino la sensación de que España se encuentra más cercana a la Grecia de la desesperación y la miseria de lo que muchos creían.

Algo no funciona en la Europa mediterránea, la misma que se jacta de moderna y civilizada, cuando un creciente número de sus ciudadanos deciden acabar bruscamente con sus vidas. Noticias como el reciente suicidio de dos personas[1][2], ahogadas por las deudas, suponen la incómoda toma de conciencia para la sociedad española de que la realidad griega se encuentra cada vez más cercana.

Ya no se trata de la excepción representada por aquel estado de la Europa septentrional, descrito por los grandes medios de comunicación como desorganizado, corrupto o derrochador[3], que se ve obligado a rendir cuentas por sus desmanes. La insistencia de los gobernantes en que "España no es Grecia"[4] queda cada día que pasa más en entredicho ante un panorama salpicado por el posible rescate, los disturbios en las calles, la precariedad de los servicios públicos y, ahora, los suicidios. Quizás España aún no sea Grecia, pero hay demasiadas evidencias de que está siguiendo su mismo camino.

Los recientes casos de suicidio no pueden quedar en el sensacionalismo, en el resplandor mediático de noticia por un día, sino que han de servir para destapar una realidad que lleva castigando a la ciudadanía desde hace demasiado tiempo. Al igual que los casos de suicidios a causa de la crisis en Grecia se ejemplifican con aquel farmacéutico jubilado que decidió quitarse la vida frente al Parlamento[5], los suicidios de españoles por la misma causa evocarán, por mucho tiempo, a los casos de Granada y Las Palmas los cuales, sin embargo, no son los primeros. Esta crisis lleva cobradas ya demasiadas vidas anónimas, como se constató en el reciente Congreso Nacional de Psiquiatría, celebrado en Bilbao, donde se reveló que uno de cada tres suicidios vienen originados por problemas económicos[6]. El promedio de suicidios en España asciende a nueve al día lo que corresponde, por tanto, a tres suicidios diarios por causas relacionadas con la crisis.

Es necesario que surja, de una vez por todas, un debate en la sociedad acerca de la realidad que afecta a la ciudadanía, sobre la conveniencia de un sistema que antepone los intereses de las élites financieras y empresariales al bienestar de la población. Si las personas son algo más que cifras y números con los que completar estadísticas, entonces es que algo falla. En otro caso, los tres fallecimientos diarios a causa de la crisis no son suicidios, sino muertes inducidas por un sistema desalmado.

La cuestión de los desahucios es tan sólo la punta de un iceberg que condena a miseria y precariedad a gran parte de la ciudadanía, cada vez más indefensa. Por eso da vergüenza ajena ver a todólogos y tertulianos neoliberales darse golpes de pecho reclamando la dación en pago, desde sus torres de marfil televisivas, una vez que la opinión pública reclama explicaciones acerca de los recientes suicidios. Por supuesto que es necesario que se adapte la Ley Hipotecaria a la situación actual -como se ha hecho en otros estados del entorno-, para así paliar el drama de los desahucios, pero centrarse exclusivamente en ese asunto es olvidar la raíz del problema.

Los ciudadanos de España, al igual que los de Grecia, Portugal o Italia, están condenados a vivir bajo la dictadura de la deuda y el control del déficit, convertidos en excusas perfectas para imponer políticas de austeridad, consistentes en minimizar el gasto público en la propia ciudadanía, mientras el Estado sigue siendo avalista de los desmanes de una banca irresponsable y especuladora. La ciudadanía tendría que preguntarse los motivos por los que, a pesar de pagar cada vez más impuestos -tanto directos como indirectos-, recibe menos servicios a cambio; tendría que cuestionarse asimismo por qué se está produciendo tal descarado trasvase de las rentas del trabajo hacia las del capital o por qué las desigualdades entre ricos y no ricos son cada vez mayores. Sin duda, la tasa de muertes por suicidio crecerán en España a medida que crezca la desesperanza y la impotencia entre la ciudadanía, un terrible signo de identidad de los tiempos venideros.


[1] "Se suicida por desahucio un joven en Las Palmas de Gran Canaria". Noticias Gran Canaria, 25 de octubre de 2012.
[2] "Trágico suceso en La Chana: un hombre de 54 años se quita la vida poco antes de ser desahuciado". Radio Granada, 25 de octubre de 2012.
[3] "Grecia derrocha dinero público en cortinas de 27.700 euros y con la fuga de 37.000 millones en impuestos". Te Interesa, 18 de octubre de 2011.
[4] "El PP advierte que "España no es Grecia"". Europa Press, 7 de abril de 2012.
[5] "Un jubilado griego se suicida ante el Parlamento por dificultades económicas". La Vanguardia, 4 de abril de 2012.
[6] "Nueve personas se suicidan cada día en España; tres por culpa de la crisis". El Correo, 26 de octubre de 2012.

sábado, 27 de octubre de 2012

Diccionario de la Crisis: retraimiento de la paga

retraimiento.

~ de la paga. 
1. m. Reducción de sueldo a funcionarios y trabajadores públicos asalariados. No hay una bajada de las retribuciones, lo que hay es un retraimiento de la paga de diciembre.*


[*] Frase pronunciada por el ministro Cristobal Montoro el 9 de julio de 2012. Vid. "¿Quién dice que los sueldos de los funcionarios bajan?", 19 de julio 2012.

jueves, 25 de octubre de 2012

Diccionario de la Crisis: bipartidismo

bipartidismo.
1. m. Turnismo entre dos opciones políticas que mantienen consensos sobre los asuntos fundamentales. Ese turnismo se basa en que, hasta cierto punto, el centro-izquierda y el centro-derecha pueden gobernar de manera diferente sin alejarse de las pautas de un orden económico diseñado por sus dueños; lo que antaño se denominaba, sin temor, la clase capitalista.*


[*] Definición basada en el artículo de Pablo Iglesias Turrión: "Galicia y el efecto Syriza". Público, 22 de octubre de 2012.

viernes, 19 de octubre de 2012

Monólogo dedicado a Xosé Manuel Beiras

Transcripción del monólogo del profesor Pablo Iglesias Turrión, en el programa de televisión La Tuerka, acerca de la figura de Xosé Manuel Beiras y su singular estilo de hacer campaña, quien huye de la hipocresía de lo políticamente correcto para poner los puntos sobre las íes y alertar de la profundidad de esta crisis y de las terribles consecuencias que sufre la gente de a pie.
Beiras es mucho más que el candidato de la Syriza galega, llamado a movilizar al electorado gallego que puede derrotar a Feijóo; es mucho más que el referente histórico del nacionalismo galego. Un tipo que es catedrático de Economía, que habla varios idiomas, que es capaz de citar a Gramsci para decir que estamos ante una crisis de régimen y que las derrotas electorales llegan después que las derrotas políticas; un tipo que es capaz de citar a Otto Bauer y a los austro-marxistas para explicar qué es una nación -o a Giovanni Arrighi para decir que estamos ante una crisis sistémica- no es un político del montón, no es un político cualquiera. Un tipo que no se corta en decir que los recortes sociales provocan más muertos que los que haya podido causar cualquier grupo terrorista en este país, y que se refiere al presidente de la Xunta de Galicia como "la habichuela" o "el frijol".

Fijaos, yo de campañas electorales entiendo un poco y lo normal es que los candidatos tiendan a moderarse, tiendan a ser prudentes y a asumir que la mediocridad da más votos que la brillantez porque, al fin y al cabo, vivimos en un mundo que premia a los mediocres, pues Beiras no. Tiene el ego necesario para no ser un mediocre y restregar todos los días a sus rivales que ninguno puede superarle en talla intelectual y en ingenio. Habrá quien diga que Beiras es arrogante -quizá lo sea-, yo -que queréis que os diga- estoy un poco harto de políticos no arrogantes que son prudentes y pragmáticos. Los cobardes, los tibios, los pragmáticos son los que casi siempre ganan en política -que nos lo digan en la izquierda-. Por eso Beiras es mucho más que Beiras al recordarnos que, a veces, la política para ser política tiene que ser incorrecta.

domingo, 14 de octubre de 2012

¿Para cuándo un Premio Ig Nobel de la Paz para la Unión Europea?

Este artículo plantea, desde la perspectiva de la Europa mediterránea, lo absurdo de conceder el Nobel de la Paz a la Unión Europea del neoliberalismo, artífice del crecimiento de la pobreza y las desigualdades sociales entre sus ciudadanos, que no duda en apoyar derrocamientos de gobiernos por la fuerza, como el reciente caso de Libia.

La revista de humor científico Annals of Improbable Research celebra cada año una ceremonia en la Universidad de Harvard donde se otorgan premios a los trabajos de investigación que, según los organizadores, "primero hacen reír a la gente, y luego le hacen pensar"[1]. Concebidos como una sátira a los prestigiosos premios Nobel, los premios Ig Nobel son una crítica velada la la trivialidad en el mundo de la ciencia, la técnica y las humanidades.

Si, tal como dispuso Alfred Nobel en su testamento, el Premio Nobel de la Paz se ha de otorgar "a la persona que haya trabajado más o mejor en favor de la fraternidad entre las naciones, la abolición o reducción de los ejércitos existentes y la celebración y promoción de procesos de paz"[2], cabría preguntarse si, vista la trayectoria de algunos de sus recientes ganadores, tendría sentido que, en su lugar, les hubiera sido concedido el Premio Ig Nobel de la Paz.

Un rápido repaso al currículo de algunos de los galardonados por el Comité Nobel Noruego lleva a pensar que la voluntad del filántropo de origen sueco ha sido quebrantada en numerosas ocasiones. Poco se puede decir a favor de aquel comité cuando políticos de corte belicista como Theodore Roosevelt, Woodrow Wilson -promotores del imperialismo yanqui en América Latina[3]- o Henry Kissinger -quien, desde su posición de poder, antepuso oscuros intereses a los derechos humanos[4]- reciben el Nobel de la Paz. También habría que preguntarse por las aportaciones de Barack Obama o la Unión Europea para la consecución de un mundo más pacífico.

Descontando personas y asociaciones realmente merecedores del galardón, el Nobel de la Paz ha sido utilizado en demasiadas ocasiones como guiño político hacia los actores más importantes del panorama internacional en cada momento. El caso de Obama es claro cuando, siendo su único haber el lema "yes, we can!", le es otorgado el Nobel bajo la justificación oficial de que "sólo muy rara vez una persona tiene el mismo alcance que Obama ha tenido al capturar la atención del mundo y brindarle a su pueblo la esperanza de un futuro mejor"[5]. Argumento con muy poco peso frente al perentorio interés de Europa por recuperar la tradicional relación euroatlántica con los Estados Unidos vigente desde los tiempos de Truman hasta la salida de Bill Clinton de la Casa Blanca.

Aún más sorprendente la concesión del premio a la Unión Europea "por su contribución durante seis décadas al avance de la paz y la reconciliación, la democracia, y los derechos humanos en Europa"[6], justamente cuando la destrucción de derechos es más patente en los estados más débiles de la Unión. Poca democracia hay en una Europa construida casi exclusivamente por vía parlamentaria, a cuyo pueblo se le deja de escuchar desde el momento en el que muestra alguna oposición a los planes de construcción europea dictados desde los grandes poderes. Una Europa sometía a una oligarquía financiera, los famosos mercados a los que han de plegarse los gobernantes que deseen mantener su puesto. Un sueño roto de Europa de los Pueblos subvertido a la Europa del Capital a cuya ciudadanía se le impone una ideología, la neoliberal, sin otra elección.

La Unión Europea del control del déficit es la de los hombres de negro que supervisan las economías nacionales, sin importar compromisos electorales de los respectivos partidos en el poder; la de la troika que decide el futuro de millones de ciudadanos, a base de imponer recortes en gasto social; la de la destrucción del tejido público y el despido masivo de funcionarios; la de la condena a la precariedad a la Europa periférica.

También es la Unión Europea lacaya de la OTAN, cuyo secretario general se apresuró a aplaudir el Nobel de la Paz; la Europa que no dudó en bombardear parte de su territorio, los Balcanes, con tal de asegurar el Lebensraum de la Alemania por entonces recién unificada; la Unión Europea que mira a otro lado ante los abusos de Israel y Marruecos en Palestina y el Sahara respectivamente; la Unión Europea cómplice en la invasión de Afganistán y protagonista plena del derrocamiento de Gadafi, dirigente de una Libia cuya población disfrutaba, hasta entonces, del mejor índice de calidad de vida de toda África; la Unión Europea, por otra parte, indiscutible aliada de los regímenes totalitarios petrolíferos de Oriente Medio; la Unión Europea que irresponsablemente contribuye a empujar al pueblo sirio a una guerra civil. Paradójico resulta que se premie con el Nobel de la Paz a una Unión Europea con clara vocación militarista, que tan sólo garantiza la paz, como indica Jean-Luc Méchenlon, a "los mercados financieros, a los especuladores y a las utilidades bancarias"[7].

El término Ig Nobel proviene de un juego fonético con la palabra inglesa ignoble, que se traduce como "innoble", el vocablo más apropiado para describir el principal motivo que hay detrás de la concesión de Nobel de la Paz a la Unión Europea, que parece corresponder a la necesidad de encubrir el terrible proceso de transformación antidemocrático en que se encuentra sumido la Europa del capital, la Europa que sólo obedece a los mercados.


[1] Cit. en "Premio Ig Nobel". WikipediaLa Enciclopedia Libre.
[2] Cit. en "Premio Nobel de la Paz". Wikipedia. La Enciclopedia Libre.
[3] Theodore Roosevelt es recordado por aplicar la militarista "diplomacia del garrote" para someter al dominio estadounidense a parte del Caribe y Centroamérica. Por su parte, Wilson intervino militarmente en México, Haití, Cuba, Panamá, República Dominicana y Nicaragua en virtud de su "diplomacia de las cañoneras".
[4] "Henry Kissinger, retrato de un asesino". El Correo de la Diáspora Latinoamericana, 17 de enero de 2005.
[5] Cit. en "Anexo: Ganadores del Premio Nobel de la Paz". Wikipedia. La Enciclopedia Libre.
[6] Ibid.
[7] "Nobel de la Paz a la UE, un premio de humor negro". HispanTV, 12 de octubre de 2012.

sábado, 13 de octubre de 2012

Diccionario de la Crisis: españolizar

españolizar.
1. tr. Actitud del nacionalismo españolista consistente en imponer su visión centralista y uniforme de España, negando así su realidad plurinacional.*
2. tr. Maniobra de distracción, por parte de quienes detentan el poder central, para desviar la atención de la opinión pública de los problemas reales que afectan al Estado español y a la ciudadanía en su conjunto.
~ la enseñanza.
3. tr. Término utilizado por la Junta de Defensa Nacional, presidida por el General Francisco Franco, con objeto de utilizar la educación como pilar fundamental de los valores nacionales españolistas. Propósitos perseguidos por la Junta de Defensa: españolizar la enseñanza y evitar quebrantos innecesarios en el Tesoro Público.**



[*] Definición desarrollada a partir del artículo de Vicenç Navarro: "Los nacionalismos centrales y periféricos en España". El Plural, 12 de junio de 2009.
[**] Cit. en: "Vamos a españolizar Cataluña". 10 de octubre de 2012.



martes, 9 de octubre de 2012

La Europa mediterránea y Venezuela: dos caminos opuestos

Mientras parte de Europa, coartada por ilógicas políticas de austeridad y recortes de gasto público, se hunde en una crisis de la que parece no tener salida, Venezuela se mantiene en la senda del desarrollo gracias, principalmente, a la aplicación de políticas redistributivas de las riquezas.

La Europa de la crisis, la que condena a pueblos enteros a la precariedad económica, se atreve a descalificar a un gobernante, nuevamente legitimado por las urnas, abiertamente comprometido con la erradicación de la pobreza en su tierra. Los medios de comunicación, al servicio del establishment, no dudan en tildar de dictador y tirano al presidente de Venezuela, aunque -como bien indica Eduardo Galeano- "Chávez es un dictador rarísimo, porque ganó doce elecciones limpias"[1], trece tras los resultados del pasado 7 de octubre.

Por encima del número de elecciones ganadas por un gobernante ha de valorarse lo que éste hace por su pueblo. No busca este artículo repasar la multitud de avances sociales producidos en Venezuela desde la llegada de Chávez al poder. Sin embargo, es inevitable comparar las pendientes de signo opuesto que marcan los devenires de la América Latina, que tomó la senda bolivariana, frente a la de una Europa mediterránea condenada a ser el patio trasero de la Europa rica.

Mientras en España la pobreza es cada vez más común y ya afecta a una de cada cuatro personas[2], en Venezuela ésta viene siendo erradicada a base de un admirable reparto de las riquezas[3]. Al mismo tiempo que en Europa las políticas económicas van orientadas hacia la reducción de un déficit que sólo sirve para recortar derechos sociales, en el país latinoamericano éstos no hacen más que crecer. En definitiva, mientras Europa destruye su Estado del Bienestar, Venezuela lidera un cambio revolucionario a favor de su pueblo.

Aún todas las positivas realidades acontecidas en Venezuela, para una parte de la ciudadanía europea es más sencillo repetir acríticamente una nutrida colección de eslóganes antichavistas que comprender el importante trasfondo de la realidad bolivariana. Lamentablemente, todavía es demasiado fuerte el influjo de unos medios de comunicación, convertidos en medios de persuasión, que olvidaron su papel de informar para pasar a influir activamente en la ciudadanía, modelar su opinión, convertirla en masa sin criterio, con el objetivo final de evitar que la gente de la calle comprenda que hay otros caminos.

En Europa hoy en día resulta utópico pensar en un gobernante del pueblo y para el pueblo. Paradigmático es el caso de Grecia, donde el ex-primer ministro Papandreu, que se atrevió tan siquiera a plantear un referéndum sobre la deuda, fue fulminado desde los órganos rectores de Europa y sustituido por un gobernante a medida de las apetencias de los grandes poderes financieros. En unas posteriores elecciones, la mínima posibilidad de un gobierno para el pueblo de la mano de Syriza fue coartada por una despiadada campaña desde los grandes medios de comunicación. Queda bien claro que en la Europa del capital sólo tienen cabida los candidatos de los grandes poderes.

Sin embargo, Chávez ha vuelto a ganar unas elecciones por ser el candidato del pueblo. Poco de dictador hay en un gobernante decidido a fomentar la democracia participativa -desconocida en España- donde las asambleas populares son convertidas en una herramienta en manos del pueblo para que éste sea pleno protagonista y no mero espectador del proceso político.


[1] "Galeano: “Chávez es un dictador rarísimo, porque ganó 12 elecciones limpias”". LibreRed, 1 de agosto de 2011.
[2] "El mapa de la pobreza en España". El Confidencial, 22 de julio de 2012.
[3] "El secreto de Venezuela en su lucha contra la pobreza". BBC Mundo, 5 de enero de 2012.