jueves, 31 de mayo de 2012

Policía y Ejército: el programa electoral de Syriza y su extrapolación al Estado español

Este artículo continúa el recorrido por el programa electoral de Syriza para las elecciones de junio de 2012 en Grecia, centrándose en esta ocasión en las propuestas relacionadas con la gestión de los cuerpos de seguridad del Estado y el Ejército, analizando asimismo la posibilidad de su extrapolación a la realidad española.

Si en artículos anteriores se revisaron las propuestas relacionadas con la deuda pública o la política fiscal, en éste se analizarán las políticas relacionadas con la gestión de los cuerpos de seguridad del Estado y el Ejército propuestas por Syriza en su programa electoral[1]. Como ejercicio de política-ficción, se planteará la posibilidad de su extrapolación al Estado español.

Desmilitarizar la guardia costera y disolver las fuerzas especiales antidisturbios. Prohibir la presencia de policías encubiertos o con armas de fuego en las manifestaciones y mítines. Cambiar los planes de estudio de los policías para poner énfasis en los temas sociales, como la inmigración, las drogas o la exclusión social.

Cada estado tiene sus particularidades en cuanto a la estructura de sus cuerpos de seguridad y sus ejércitos. Al igual que en Grecia, las actuales políticas de recortes en España inevitablemente conllevan protestas ciudadanas a pie de calle. Como diría el tópico, en la actualidad se ataca al síntoma -las protestas- y no al problema -las injustas políticas de recortes-. En España, la reciente ley aprobada que considera la resistencia pasiva atentado a la autoridad[2], además de entrar en conflicto con el derecho a la manifestación pacífica, busca convertirse en un elemento disuasorio hacia la protesta. Sería muy necesario un replanteamiento, por parte de la casta política gobernante, si el endurecimiento sistemático de las leyes contra las movilizaciones sociales es lo más indicado y democrático.

La actitud de la delegaciones de Gobierno de utilizar a los cuerpos antidisturbios como fuerzas de choque contra los manifestantes recuerda demasiado a grises épocas pasadas. Últimamente se repiten en exceso casos donde "los informes médicos y las imágenes de vídeo confirman que la Policía antidisturbios había golpeado con sus porras a manifestantes aparentemente pacíficos y había disparado proyectiles de goma contra ellos"[3]. Las denuncias al respecto se elevan a organizaciones internacionales como Amnistía Internacional o Human Rights Watch[4].

Resulta muy peligroso, desde una perspectiva democrática, el rol represivo que, desde esfera gobernante, se pretende dar a una institución que aspira a ser un servicio público ejemplar. El compromiso de las fuerzas políticas a utilizar herramientas de diálogo y participación ciudadana en vez del miedo institucionalizado sería muy importante en aras de la salud democrática del Estado.

Llama la atención la referencia explícita en el programa de Syriza al asunto de los agentes infiltrados en las movilizaciones. La experiencia en España de introducir policías encubiertos en las manifestaciones parece no tener mucho éxito en cuanto a evitar confrontaciones[5]. Cualquier cuerpo de policía moderno ha de anteponer la mediación a la confrontación[6], sobre todo teniéndose en cuenta que sus interlocutores son ciudadanos asfixiados por recortes injustos mientras, entre otras cosas, bancos privados nefastamente gestionados son rescatados con el dinero de aquellos recortes[7].

La propuesta de Syriza de adaptar los planes de estudio de los cuerpos de policía a la realidad social es algo necesario para alcanzar ese objetivo de institución ejemplar al servicio de la ciudadanía y no de los grandes poderes. No obstante, si bien es importante que no existan adoctrinamientos en los planes de estudio para evitar que luego se confunda al ciudadano con el "enemigo"[8], no podemos olvidar la responsabilidad última de aquellos que, desde sus sillones en las delegaciones de gobierno, dan las órdenes.

Negociar un acuerdo estable con Turquía.

La histórica rivalidad entre Grecia y Turquía conlleva una guerra fría a pequeña escala entre ambos países, cuya principal consecuencia es un sumidero de dinero que sólo beneficia a la industria bélica. La perenne situación de tensión entre ambos estados es la excusa para mantener un sangrante presupuesto en defensa que, como veremos más adelante, es una de las causas de su actual situación económica.

Los lobbies de armamento mucho tienen que decir acerca de los pocos esfuerzos diplomáticos realizados para alcanzar un entendimiento entre estos vecinos. El establecimiento de marcos de cooperación entre ambos estados, al amparo tanto de Naciones Unidas como la Unión Europea, sería lo más deseable para la estabilidad de la zona.

Regular el derecho a la objeción de conciencia en el servicio militar.

En Grecia el servicio militar es obligatorio, lo que hace necesario la promulgación de alguna ley que regule el derecho a la objeción de conciencia. El cumplimiento del punto anterior permitiría, a medio plazo, la no obligatoriedad del servicio militar en el Estado griego, al disminuirse la presión militarista.

Rebajar drásticamente el gasto militar.

El gasto militar en Grecia ha sido simplemente escandaloso. Entre los años 1999 y 2011 Grecia ha sido el cuarto mayor importador mundial de armamento[9]. A pesar de las duras condiciones económicas por las que está pasando, su presupuesto en defensa para 2012 se prevé que aumente un 18,2% respecto al año anterior[10]. La excusa de la amenaza turca, como se comentó en un punto anterior, representa una hipoteca para el Estado griego que agrava aún más su maltrecha economía.

No dejan de ser llamativas las condiciones impuestas por la troika comunitaria para el rescate a Grecia que, si bien obligan al desmontaje de su escaso Estado del Bienestar, no afectan a su presupuesto militar. El Ministerio de Defensa griego es un importante cliente de las industrias bélicas de Alemania, Francia y EEUU[11]. Nuevos helicópteros franceses, submarinos y piezas de artillería de fabricación alemana han engrosado en los últimos meses el poderío militar de Grecia mientras su pueblo se hunde en la miseria. Gran parte de los fondos inyectados al país heleno son empleados en el sostenimiento de su arsenal militar lo que redunda, por tanto, en el beneficio de las industrias armamentísticas de los países antes mencionados.

Resulta escandaloso el hecho de que la Europa de la austeridad gaste 200 mil millones de euros anuales en defensa[12]. La larga mano del lobby del sector armamentístico vuelve a mostrar su influencia. En el caso español, destaca el hecho de que el actual ministro de Defensa, Pedro Morenés, haya sido -hasta su nombramiento- un importante representante del complejo militar industrial europeo[13].

La situación actual de Europa es incompatible con cualquier dispendio militar. Ante el ascenso de China, el centro de la geoestrategia mundial deriva desde su posición tradicional en el océano Atlántico hacia el Pacífico. Europa es quien más tiene que perder en este asunto. La actual opción militarista al seno de la OTAN terminará por relegar a Europa a un papel secundario en el escenario mundial, convertida en fiel escudero de los EEUU. La identidad de la Europa de los Pueblos, la Europa de los Derechos Humanos, la Europa del Bienestar ha de recuperarse si el Viejo Continente desea ser tenido en cuenta en el panorama internacional. Los presupuestos europeos han de orientarse necesariamente a la reconstrucción de una Europa social e innovadora, donde la primacía tecnológica y científica sean prioritarias[14]. De ahí, los presupuestos en educación, ciencia e investigación tendrían que crecer cada año. No se puede continuar en la trampa, como ha sido habitual en España, de desviar presupuestos desde otros ministerios para Defensa[15] o dedicar una parte de las inversiones en I+D para el desarrollo de armamento[16].

Retirada de las tropas griegas de Afganistán y los balcanes: ningún soldado fuera de las fronteras de Grecia.

La caída de la URSS en 1991 creó, en mucha gente, la falsa perspectiva de una paz duradera como consecuencia del fin de la Guerra Fría. Se hablaba incluso del fin de la Historia que "significaría el fin de las guerras y las revoluciones sangrientas, los hombres satisfacen sus necesidades a través de la actividad económica sin tener que arriesgar sus vidas en ese tipo de batallas"[17]. Sin embargo, aquel mismo año comenzaría en Irak una lista de intervenciones militares de las potencias occidentales, lideradas por los EEUU, que luego continuarían en  Yugoslavia (1999), Afganistán (2001), Irak (2003) y -hasta el momento- Libia (2011).

Los EEUU, autoproclamados gendarmes del mundo, imponen los intereses de sus multinacionales a los de la Comunidad Internacional. Cuando las resoluciones de la cada vez más débil ONU no aprueban las intervenciones, EEUU y sus aliados de la OTAN se toman la libertad de guerrear donde les sea necesario.

A pesar de las justificaciones oficiales para llevar a cabo tales intervenciones -como la presunta existencia de armas de destrucción masiva, proteger a sectores de la población atacados por las milicias locales o desarticular bandas terroristas-, la opinión pública mundial cada vez tiene más claro que los motivos reales de tales intervenciones son el control de las materias primas además de ganar influencia sobre las políticas regionales[18]. A pesar de caer en lo políticamente incorrecto, el mejor término para definir la actitud de las potencias occidentales es neocolonialismo.

Para las potencias agresoras, el hecho de intervenir implica, para sus empresas privadas, el privilegio de poder participar en la posterior reconstrucción del territorio atacado. Se destruye para enriquecer a una oligarquía que, de este modo, no dudará en presionar a los gobiernos para que encuentren nuevos territorios a los que someter al terrible ciclo de destrucción y posterior reconstrucción. Los argumentos de lucha contra el terrorismo o razones humanitarias son simples justificaciones a la galería, habida cuenta de la enorme cantidad de bajas civiles producidas durante las intervenciones, además del notable descenso del nivel de vida para las poblaciones de la mayor parte de los estados atacados[19].

Por otra parte, las tropas enviadas a los territorios a intervenir están compuestas habitualmente de gente humilde, hijos e hijas de trabajadores que encuentran en la carrera militar una de las pocas huidas del desempleo. Es terrible que las grandes oligarquías fuercen a los gobiernos a enviar a trabajadores a luchar contra trabajadores.

La propuesta de Syriza de retirar las tropas griegas del extranjero tendría que ser seguida por el resto de los estados europeos. Una Europa plegada a los intereses de las multinacionales de la guerra, degradada a lugarteniente del Gendarme del Mundo -los EEUU-, no podrá aspirar jamás a tener peso real en el escenario internacional.

Cerrar todas las bases extranjeras en Grecia y salir de la OTAN.

El cierre de bases extranjeras en territorio nacional es un ejercicio de soberanía nacional que sería deseable en toda Europa. No deja de preocupar el hecho que una gran potencia extranjera disponga de extensiones de territorio en suelo nacional donde disponga de tropas y armamento que, a pesar de cualquier tratado bilateral existente, puede ser nuclear, químico o bacteriológico.

Como se expuso en puntos anteriores, la orientación atlantista de la UE es un error. La OTAN es un sumidero de dinero que obliga a continuas inversiones militares[20] e injustas intervenciones en terceros estados. La política militar europea tendría que orientarse exclusivamente a la defensa de sus fronteras y, por supuesto, de sus ciudadanos, dejando a un lado cualquier aspiración intervencionista y siempre según las resoluciones de Naciones Unidas.

Romper los acuerdos de cooperación militar con Israel. Apoyar la creación de un estado Palestino dentro de las fronteras de 1967.

Sobre la cuestión palestina hay una serie de resoluciones de Naciones Unidas -especialmente la 242- que dejan muy claro los pasos a seguir para la pacificación de la zona y conseguir una solución satisfactoria para ambas partes. El problema es que el Estado israelí es una superpotencia económica y militar que, además, cuenta con el apoyo de los EEUU. La Unión Europea ha de redoblar su compromiso para encontrar una solución diplomática a este problema.

Se entiende la ruptura de los acuerdos de cooperación militar con Israel desde el momento en el este estado está acusado de utilizar sus armas contra población civil palestina. La participación en proyectos conjuntos de índole militar implica, en cierto modo, que los recursos compartidos en tales acuerdos puedan ser utilizados contra civiles.


[1] Disponible en la web oficial de ΣΥ.ΡΙΖ.Α. (Syriza) y traducido al castellano en "El programa de la izquierda radical griega".
[2] "Interior considerará la resistencia pasiva un atentado a la autoridad". Público, 12 de abril de 2012.
[3] "Amnistía denuncia el "uso excesivo de la fuerza" de la policía contra el 15-M en 2011". El País, 24 de mayo de 2012.
[4] "HRW denuncia el 'uso excesivo de la fuerza' policial contra los indignados". Público, 22 de enero de 2012.
[5] "#29M: Mossos infiltrados volvieron a ser descubiertos en el Paseo de Gracia de Barcelona". Tercera Información, 30 de marzo de 2012.
[6] "Los Mossos crean una nueva unidad para mediar en conflictos". La Vanguardia, 28 de mayo de 2012.
[7] "Las cajas que integran Bankia tienen un político por cada 50 trabajadores". El Economista, 28 de mayo de 2012.
[8] "El jefe superior de Policía se refiere a los manifestantes como 'enemigos'". El Mundo, 20 de febrero de 2012.
[9] Fuente: Stockholm International Peace Research Institute en  "Arms trade top list".
[10] Ignacio Escolar (2012): "Las cifras del rescate griego". 14 de febrero de 2012.
[11] Vicenç Navarro (2012): "Lo que no se dice sobre Grecia". 28 de marzo de 2012.
[12] "La UE gasta 200 mil millones de euros anuales en defensa". RIA Novosti, 21 de mayo de 2012.
[13] "Un Gobierno con los lobbies dentro". Público, 26 de diciembre de 2011.
[14] Una interesante reflexión al respecto se encuentra en Umberto Eco (2007): "Perspectivas para Europa" en A Paso de Cangrejo. Ed. Debate, p.47
[15] "La inversión en Defensa vuelve a crecer, frente al recorte en obra civil". El País, 21 de marzo de 2012.
[16] Pere Ortega y Xavier Bohigas (2010): La verdad del gasto militar español. Gasto e I+D militar en tiempos de crisis. Centre d’estudis per la Pau JM Delàs, Barcelona.
http://madrilonia.org/2011/10/espana-invierte-uno-de-cada-diez-euros-del-presupuesto-en-gasto-militar/
[17] Francis Fukuyama (1991): El fin de la Historia y el último hombre.
[18] Marinella Correggia (2011): "Mentiras repetidas (y verdades ocultas) en las cinco guerras imperialistas (y neocoloniales) en los ultimos 20 años". 22 de abril de 2011.
[19] Vid. Iman A. Jamas (2008): "La ocupación estadounidense de Iraq, el crimen más flagrante de la historia moderna". Rebelión, 15 de marzo de 2008.
[20] "Jefe de la OTAN propone a Europa invertir en armamento". RIA Novosti, 14 de mayo de 2012. 

martes, 29 de mayo de 2012

Diccionario de la Crisis: austeridad

austeridad.
(Del lat. austerĭtas, -ātis).
1. f. Conjunto de políticas diseñadas por la élite financiera para instaurar reducciones de los niveles de vida y los servicios sociales específicos de clase (como la salud y la educación) disponibles para trabajadores y asalariados. Implica que se pueden desviar fondos públicos en una medida aún mayor para pagar las elevadas tasas de interés a los ya acaudalados titulares de bonos de deuda, al tiempo que se somete a la política pública a los dictados de los amos del capital financiero.*


[*] Definición de James Petras en "Política del lenguaje". Rebelión, 25 de mayo de 2012.

domingo, 27 de mayo de 2012

Diccionario de la Crisis: ajuste

ajuste.

~ estructural. 
1. m. Ataque frontal contra el sector público y un desmantelamiento generalizado de la legislación protectora y los organismos públicos organizados para proteger la mano de obra, el medio ambiente y los consumidores.*
2. m. Ataque sistemático contra los niveles de vida del pueblo en beneficio de las clases capitalistas.*


[*] Definición de James Petras en "Política del lenguaje". Rebelión, 25 de mayo de 2012.

viernes, 25 de mayo de 2012

Diccionario de la Crisis: privatización

privatización.
(Del lat. privātus).
1. f. Transferencia de empresas públicas (por lo general, las que arrojan beneficios) a grandes capitalistas bien relacionados a precios muy inferiores al de su valor real, lo que conduce a la pérdida de servicios públicos, de empleo público estable y al aumento de los costes para los consumidores cuando los nuevos propietarios privados elevan los precios y despiden a trabajadores. Todo en nombre de otro eufemismo, la eficiencia.*


[*] Definición de James Petras en "Política del lenguaje". Rebelión, 25 de mayo de 2012.

Diccionario de la Crisis: eficiencia

eficiencia.
(Del lat. efficientĭa).
1. f. Referencia a las cuentas de resultados de una empresa que no refleja los elevados costes de la privatización soportados por los sectores correspondientes de la economía. Por ejemplo, la privatización del transporte añade costes a las empresas volviéndolas menos competitivas en relación con sus competidores de otros países; la privatización elimina servicios en regiones menos lucrativas, lo que desemboca en el colapso económico local y el aislamiento con respecto a mercados nacionales. A menudo, las autoridades, que sintonizan con los capitalistas privados, retirarán deliberadamente inversiones de empresas públicas y nombrarán a compinches políticos incompetentes en el marco de una política de paternalismo con el fin de degradar servicios y fomentar el descontento público. Esto genera una opinión pública favorable a la privatización de la empresa. Dicho de otro modo: la privatización no es una consecuencia de las ineficiencias intrínsecas de las empresas públicas, como les gusta argumentar a los ideólogos del capitalismo, sino un acto político deliberado concebido para reforzar los beneficios del capital privado a costa del bienestar público.*


[*] Definición de James Petras en "Política del lenguaje". Rebelión, 25 de mayo de 2012.

Diccionario de la Crisis: recuperación económica

recuperación.
(Del lat. recuperatĭo, -ōnis).
~ económica. 
1. f. Recuperación de los beneficios por parte de las principales corporaciones. Esta expresión eufemística disfraza la ausencia total de recuperación de los niveles de vida de las clases media y trabajadora, la inversión de los beneficios sociales y las pérdidas económicas de los titulares de hipotecas, los deudores, los desempleados de larga duración y los propietarios de pequeñas empresas en quiebra. Lo que se pasa por alto con la expresión recuperación económica es que el empobrecimiento masivo acabó convirtiéndose en un requisito esencial para la recuperación de los beneficios empresariales.*


[*] Definición de James Petras en "Política del lenguaje". Rebelión, 25 de mayo de 2012.

Diccionario de la Crisis: demanda de los mercados

demanda.
(De demandar).
~ de los mercados. 
1. f. Expresión eufemística pensada para antropomorfizar una categoría económica, para difuminar las críticas de quienes detentan el poder y son de carne y hueso, sus intereses de clase y sus garras despóticas sobre la mano de obra. En lugar de demanda de los mercados, la expresión debería decir: la clase capitalista ordena a los trabajadores que sacrifiquen sus salarios y su salud para garantizar más beneficios a las corporaciones multinacionales, un concepto claro que tiene más probabilidades de despertar la ira de quienes se ven afectados negativamente.*


[*] Definición de James Petras en "Política del lenguaje". Rebelión, 25 de mayo de 2012.

martes, 22 de mayo de 2012

Quizás no haya sido tan buena idea formar gobiernos de coalición

Desde estas líneas se plantea la posibilidad de que los pactos de gobierno suscritos por Izquierda Unida para las comunidades autónomas de Andalucía y Asturias -pendiente de ratificación- sean malas decisiones desde un punto de vista estratégico a medio plazo.

Hay motivos para pensar que los pactos de gobierno alcanzados por Izquierda Unida en Andalucía y Asturias -pendiente de ratificación por sus militantes- pueden llegar a pasar factura. Se puede argumentar, desde una perspectiva más optimista, que ambas legislaturas acaban de comenzar, por lo que hay tiempo de sobra para demostrar que Izquierda Unida tendrá éxito en su papel natural de orientar hacia la izquierda las políticas desarrolladas por los respectivos gobiernos de coalición en ambas comunidades. Sin embargo, la realidad puede ser muy distinta debido, sobre todo, a las presiones desde el Gobierno Central en cuestiones presupuestarias. Y la tolerancia del electorado de IU hacia presumibles recortes será nula.

Es justo reconocer que la época actual es realmente complicada para gobernar, donde los grandes poderes fácticos limitan el radio de acción de los representantes políticos quienes, por otra parte, se encuentran en su mayoría plegados al dogma neoliberal vigente e impuesto desde la banca y la gran patronal, tanto la española como la europea. Cualquier fuerza política que se encuentre en la tesitura de gobernar se encontrará ante la amenaza del desgaste político, el mismo desgaste que expulsó al PSOE de la Moncloa y el que dejó al PP, a pesar de las favorables encuestas, a las puertas del Palacio de San Telmo en Sevilla. Una parte del electorado se encuentra cansado del binomio PP-PSOE, representantes de un bipartidismo rancio de orientación neoliberal cuyas políticas sólo entienden de recortes a los más débiles, los ciudadanos. El "¡rebélate!" del eslogan de campaña de IU sugería una alternativa para quienes deseaban demostrar su desilusión hacia la política de los dos grandes partidos.

A pesar de que en Andalucía no había más alternativa real, por intención de voto, que Arenas o Griñán, la sensación de un sector de quienes otorgaron su confianza a IU en las últimas autonómicas es que el sillón de la presidencia se ha vendido demasiado barato. El famoso programa pactado por el que se prevé la aprobación de 28 leyes y más de 250 medidas[1], a pesar de resultar atractivo, corre el peligro de no llegar a cumplirse en su totalidad. El motivo es que a nadie se le escapa que éste ha sido aceptado por Griñán más por el deseo de renovar su presidencia que por convicción hacia el mencionado programa.

Sánchez Gordillo, voz crítica hacia el pacto de gobierno entre IU y PSOE, advirtió no hace mucho que no sólo no serán cumplidas gran parte de las medidas acordadas sino que el partido de Griñán sacará a IU del Gobierno andaluz en cuanto tenga ocasión[2]. En la actualidad, quien gobierna se enfrenta al desgaste; el mismo que comienza a sufrir Rajoy desde la Presidencia del Estado. Indefectiblemente, poco a poco se irá nivelando de nuevo la balanza del bipartidismo. Griñán, con su sillón asegurado, tan sólo tiene evitar perder de vista la progresión de las encuestas de popularidad. Los continuos anuncios de recortes por parte de Rajoy sugieren que, más pronto que tarde, las encuestas le favorecerán.

En este gobierno de coalición, a poco que se descuide, el gran perjudicado por el desgaste será Izquierda Unida. Sánchez Gordillo, uno de los más críticos dentro de la formación, asegura que esta formación llega al gobierno en el peor momento, lo cual va a pagar gravemente[3]. Las diferencias ideológicas y programáticas de PSOE e IU son demasiado divergentes como para asegurar que la coalición de izquierdas no vaya a verse en el compromiso de firmar leyes a las que se hubiera opuesto frontalmente en caso de haber estado en la oposición. La primera prueba de ello se ha visto con el Plan económico-financiero aprobado recientemente por el Consejo de Gobierno de Andalucía. Desde IU, conscientes de ello, saltaron voces pidiendo que se rectificase "la injusticia que en él se plantea en relación con las medidas que afectan a los trabajadores públicos"[4]. Son los gajes de formar un gobierno de coalición.

A pesar de que muchas voces oportunistas han aprovechado la coyuntura para acusar a IU de pactar con la única intención de conseguir cargos, no se puede dudar de las intenciones de Izquierda Unida al entrar en el Gobierno de Andalucía. En realidad, hay que reconocer que han pecado de ingenuos al pensar que un pacto con los socialistas les permitiría reconducirlos a la izquierda. Por simple sentido común, el PSOE está respaldado por muchísimos más votos que hará valer a la hora de frenar cualquier cambio fuera de guión propuesto por IU. Los acuerdos pactados siempre correrán peligro de convertirse en papel mojado ante la realidad de los presupuestos y las presiones desde Madrid. Además,

Mientras tanto, la maquinaria mediática está siendo despiadada con Izquierda Unida. No se puede olvidar que la prensa, los medios de comunicación, son mayoritariamente o pro-PP o, los menos, pro-PSOE. Los voceros y "expertos" al servicio del establisment se afanan en justificar los recortes como algo normal al recordar que la izquierda también recorta[5]. Sin duda, un tópico en los próximos debates en el Congreso serán las respuestas del Gobierno a los diputados de IU recordándoles que ellos también saben lo que es hacer recortes. IU acaba de entrar en el juego del "y tú más".

Por todo esto, hay que temerse que pronto, desde el seno de Izquierda Unida, muchos se arrepentirán de no haber seguido el consejo de Julio Anguita cuando, sabedor de la encrucijada que se presentaba a la formación, recomendó limitarse a un pacto de investidura condicionado por un número de medidas concretas y de rápido cumplimiento, para inmediatamente después pasar a hacer oposición.

Asimismo, quizás más de un simpatizante de la formación de izquierdas en Andalucía o Asturias suspire al enterarse que la federación extremeña de Izquierda Unida, otrora criticada por permitir la entrada al Gobierno de Extremadura del PP, ha decidido desafiar cualquier amenaza de intervención y votará en contra de cualquier tipo de recorte[6]. Son las ventajas de estar en la oposición, el mejor lugar desde donde actuar con margen para identificarse como fuerza alternativa a las que defienden el modelo neoliberal. A Syriza, en Grecia, saber hacer oposición le comienza a dar sus frutos[7].


[1] "IU ve en la intervención de Griñán 'nueva letra y nueva música'". Diario de Sevilla, 2 de mayo de 2012.

domingo, 20 de mayo de 2012

Política fiscal: el programa electoral de Syriza y su extrapolación al Estado español

Este artículo realiza un recorrido por las propuestas de carácter fiscal del programa electoral de Syriza para las elecciones de junio de 2012 en Grecia, analizando la posibilidad de su extrapolación a la realidad española.

Si en el artículo anterior se comentaron las propuestas relacionadas con la deuda pública y el funcionamiento del BCE, en éste se analizarán las distintas medidas de política fiscal propuestas por Syriza en su programa electoral[1]. Como ejercicio de política-ficción, se planteará la posibilidad de su extrapolación al Estado español.

Subir el impuesto de la renta al 75% para todos los ingresos por encima del medio millón de euros anuales.

La Constitución Española de 1978 reconoce en la sección primera de su artículo 31 los principios de igualdad y progresividad fiscal, instrumentos fundamentales para evitar una excesiva polarización de las rentas, además de permitir la correcta financiación del Estado a partir de impuestos directos, de modo que sean las rentas más altas las que más paguen.

Como es de imaginar, la aplicación del principio de progresividad fiscal en el Estado español es muy deficiente en comparación a las políticas fiscales en otros estados europeos[2]. En España, es deseable una subida de impuestos directos siempre y cuando sea aplicado exclusivamente a las rentas más altas. Es inadmisible que, tal como señala el profesor Vicenç Navarro[3], el 50% de las rentas del Estado estén en manos de apenas el 10% de la población más acaudalada. Mientras gran parte de la ciudadanía ve disminuir sus estándares de vida, una minoría rica se permite emplear sus fortunas en la adquisición de objetos de lujo[4].

Hay quien pueda sostener que unos impuestos tan altos son excesivos incluso para quienes más ganan. La historia nos recuerda que las rentas más altas en los Estados Unidos llegaron a ser gravadas hasta con el 90% durante las décadas de los 50 y los 60 del siglo pasado[5]. Fueron las políticas neoliberales iniciadas por Nixon, más tarde intensificadas por el conservadurismo fiscal de Reagan[6], las que conllevaron la reducción de impuestos a las clases más altas hasta un 28%. Por otra parte, el tope del 75% es el mismo que François Hollande piensa aplicar en Francia[7].

Para que estos aumentos de impuestos a las rentas más altas sean eficientes para la economía del Estado, es necesario, no obstante, la desaparición de las múltiples deducciones de las que se aprovechan las rentas más altas, además de un férreo control del fraude, pues recordemos que el 72% del fraude fiscal en España se concentra en las grandes fortunas[8].

Subir el impuesto de sociedades para las grandes empresas al menos hasta la media europea.

Grecia y España tienen en común la baja tributación de las rentas del capital, sensiblemente inferiores a las rentas del trabajo. En el caso español, se ha llegado a dar la paradoja de que los empresarios ganen, en salario promedio, siete mil euros menos que los trabajadores asalariados[9]. La principal razón de esta diferencia es que muchos empresarios derivan sus ganancias a las rentas del capital por lo que, en la práctica, pagan menos impuestos de los que deberían.

Es necesario que los impuestos sobre las rentas del capital y, por tanto el impuesto de sociedades, se homologue al de los países más avanzados de Europa, incluyendo la supresión de los SICAVs.

Adoptar un impuesto a las transacciones financieras y también un impuesto especial para los productos de lujo.

En un comunicado reciente, la ONU ha pedido a la Unión Europea la implantación de un impuesto a las transacciones financieras, también conocido como tasa Tobin, que "compense el costo social de la actual crisis económica y proteja los derechos de los más vulnerables"[10]. Un impuesto de este tipo permitiría penalizar a los movimientos de divisas puramente especulativos.

Por otra parte, los únicos impuestos indirectos justos son aquellos que penalizan el consumo de productos a todas luces innecesarios, como los productos de lujo. No tiene sentido que, en el contexto de la actual crisis, haya disparado el consumo de productos de lujos. Esto sólo puede significar que mientras al ciudadano de a pie le va mal, las clases pudientes se encuentran más desahogadas que nunca[11]. Se requieren medidas que permitan penalizar el consumo de bienes innecesarios en los tiempos que corren.

Prohibir los derivados financieros especulativos, como los swaps y los CDS.

La lucha contra cualquier instrumento legal que permita o facilite la práctica de cualquier actividad especulativa tendría que ser prioritaria para cualquier gobierno. Un tema tabú entre los medios de comunicación del establishment es que la banca privada suele asegurar los bonos que compra a los estados en los llamados Credit Defaults Swaps (CDS). Así, el interés a pagar por aquellos bonos depende de la especulación interesada por parte de bancos y fondos de alto riesgo (hedge funds), muy interesados en inflar los precios de aquéllos.

Otros elementos especulativos que directamente afectan a la economía del Estado son los mercados de commodities y los mercados de futuro, ambos altamente especulativos por los cuales se inflan los precios de los productos de consumo básico para la población.

Este tipo de instrumentos, que benefician claramente a la banca privada y perjudican a las economías nacionales -que luego han de pagar los ciudadanos a base de "apretarse el cinturón"-, simplemente tendrían que ser prohibidos.

Abolir los privilegios fiscales de los que disfruta la Iglesia y los armadores de barcos.

Se estima que la Iglesia Católica ingresará del Estado español, durante el año 2012, unos 10.000 millones de euros entre subvenciones directas, donaciones económicas, cesiones de terrenos y exenciones de impuestos, cifra que no ha sufrido ningún recorte respecto a años anteriores[12]. Es hora de que la Iglesia Católica cumpla el punto quinto del artículo II del Acuerdo entre el Estado español y la Santa Sede sobre Asuntos Económicos de 3 de enero de 1979, por el que se compromete a su autofinanciación.

En cualquier caso, la separación Iglesia-Estado ha de ser un común denominador para cualquier democracia moderna. Esto incluiría el aspecto de financiación y la eliminación de todo privilegio, como la exención del Impuesto sobre los Bienes Inmuebles (IBI).

Combatir el secreto bancario y la evasión de capitales al extranjero.

El secreto bancario permite la evasión de impuestos y el lavado de dinero negro. Estados altamente salpicados por escándalos de corrupción como el español o el griego necesitan combatir el secreto bancario a nivel europeo.

Un gran problema que se viene dando en ambos estados, ante el miedo generalizado a que se produzcan "corralitos", es la evasión de capital, dinero que normalmente va a parar a bancos privados extranjeros. La situación de desgobierno actual en Grecia, junto a las continuas injerencias de Alemania en la política económica del Estado, ha creado un efecto de pánico que ha llevado a muchos ciudadanos a retirar sus fondos de los bancos[13]. Mientras tanto, las grandes fortunas pusieron hace tiempo su dinero a buen recaudo en cuentas suizas. Si la incertidumbre sobre la economía española sigue en aumento, será cuestión de tiempo que en España se repita la historia de fugas de capitales al extranjero.

***

Todas las medidas de ámbito fiscal propuestas por Syriza se encontrarán con las críticas de aquellos que temen que aquéllas desanimen a los inversores o, simplemente, hagan que los ricos se marchen con su dinero a otra parte. En realidad, se trata de un argumento simplista basado en el miedo a enfrentarse a los ricos, que ignora que la recuperación económica de cualquier estado es frenada por la concentración del capital en una élite económica. El motivo es simple: el consumo interno es principalmente llevado a cabo por el ciudadano medio. Y España o Grecia lo que necesitan es que vuelva a haber consumo. Para que haya consumo ha de haber demanda, que sólo puede partir de gente con trabajo. Precisamente, el aumento de ingresos en el Estado a partir de las medidas descritas permitiría la creación de nuevos empleos y, con ello, espolear el consumo interno.


[1] Disponible en la web oficial de ΣΥ.ΡΙΖ.Α. (Syriza) y traducido al castellano en "El programa de la izquierda radical griega".
[2] Vicenç Navarro: "¿Tributamos como los suecos?". Público, 2 de febrero de 2012.
[3] Vicenç Navarro: "Concentración de las rentas, impuestos y estímulo económico". Sistema, 20 de abril de 2012.
[4] "El lujo no está en crisis". Revista Tráfico y Seguridad Vial, Nº 212, febrero de 2012.

sábado, 19 de mayo de 2012

Deuda pública y el BCE: el programa electoral de Syriza y su extrapolación al Estado español

Este artículo realiza un recorrido por las primeras propuestas del programa electoral de Syriza para las elecciones de junio de 2012 en Grecia, analizando la posibilidad de su extrapolación a la realidad española.

Las elecciones celebradas en Grecia en el mes de mayo de 2012 tendrán que repetirse ante la imposibilidad de formar gobierno. La propuesta del actual presidente griego, Karolos Papulias, de formar un nuevo gobierno de tecnócratas fue desestimada por las formaciones de izquierda Dimar y Syriza[1]. Con vistas a las próximas elecciones, esta última formación plantea un interesante programa electoral[2]. Habida cuenta de la alta posibilidad de que esta fuerza llegase a gobernar, sería interesante realizar un breve análisis de las medidas propuestas y, como ejercicio de política-ficción, la posibilidad de su extrapolación al Estado español.

Realizar una auditoría sobre la deuda pública. Renegociar su devolución y suspender los pagos hasta que se haya recuperado la economía y vuelva el crecimiento y el empleo.

La auditoría sobre la deuda pública se trata de "un derecho democrático esencial como es el derecho a la información pública, además de una apuesta decidida por la participación y movilización ciudadana en las cuestiones de estado; es, en definitiva, un instrumento de control de la transparencia y la conducta democrática de los poderes públicos"[3]. Esta herramienta permite analizar el origen y composición de la deuda pública de un país con el fin de determinar si es "ilegítima" u "odiosa" para, en tal caso, proceder a su anulación[4]. Recordemos que el Derecho internacional reconoce que la deuda externa de un gobierno contraída, creada y utilizada contra los intereses de los ciudadanos del país, no tiene por qué ser pagada y por tanto no es exigible su devolución ya que los prestatarios habrían actuado de mala fe, a sabiendas, y por tanto dichos contratos —bonos o contratos comerciales— son nulos legalmente[5].

La realización de una auditoría sobre la deuda pública supondría un compromiso político al que sólo pueden responder aquellos grupos políticos que muestran su rechazo frontal al dogma neoliberal, como el caso de Syriza en Grecia. Tanto en Grecia como en España, la aplicación de este instrumento serían deseables para el saneamiento de la respectivas economías y parar la sangría que en ambos países lleva produciéndose en la calidad de vida de sus ciudadanos con la excusa de la deuda.

No tardarán en salir voces desde la propia Grecia -y otro tanto ocurriría en España en caso de proponerse tal medida- en contra de realizar la auditoría, esgrimiendo que la confianza internacional en el Estado caería bajo mínimos en caso de llevarse a cabo. La realidad es que, en la historia reciente, muchos países han aplicado estos mecanismos de auditoría y las consecuencias inmediatas supusieron el ahorro de grandes sumas de dinero a los estados y la recuperación de sus respectivas economías.

Exigir a la UE un cambio en el papel del BCE para que financie directamente a los estados y a los programas de inversión pública.

El Banco Central Europeo es un verdadero lastre para la recuperación económica de los países más afectados por la deuda pública en la Eurozona. A pesar de su denominación, el BCE no actúa como un banco central propiamente dicho. La principal función de cualquier banco central es la impresión de dinero pero, en el caso del BCE, éste no es transferido a los estados sino a la banca privada. Los bancos centrales clásicos utilizan el dinero que imprimen para comprar deuda pública a sus correspondientes estados y, con ello, bajar los intereses que tengan que pagar éstos para poder vender sus respectivos bonos públicos. El artículo 123 del reglamento del BCE prohíbe tanto el préstamo de dinero como la compra de bonos públicos a los estados miembros de la Eurozona. Por lo tanto, éstos se ven obligados a ofrecer sus bonos con altos intereses, lo que abona el campo a la especulación de los mercados financieros[6].

La financiación de los estados se realiza con la intermediación de la banca privada, quien obtiene importantes beneficios por ello. Esta situación convierte al BCE en un lobby de la banca privada europea, especialmente la alemana. Los desafortunados intentos, hasta la fecha, por parte de la troika comunitaria de flexibilización de la norma 123 han tenido como contrapartida la exigencia de que los salarios y la protección social disminuyan[7].

Los estados de la Eurozona más afectados por la deuda pública, entre ellos España y Grecia, han de exigir a la UE la derogación total de la norma 123, de modo que el BCE actúe como un banco central, prestando dinero directamente a los estados que lo necesiten, e imprimiendo moneda como mecanismo de protección ante especuladores.


[1] "El presidente griego propone un gobierno tecnocrático ante la fragmentación política". La Vanguardia, 14 de mayo de 2012.
[2] Disponible en la web oficial de ΣΥ.ΡΙΖ.Α. (Syriza) y traducido al castellano en "El programa de la izquierda radical griega".
[3] Laura Pérez, cit. en Enric Llopis: "Auditorías de la deuda pública: una alternativa a los planes de ajuste". ATTAC, 27 de junio de 2011.
[4] Ibid.
[5] Wikipedia, "Deuda odiosa".
[6] Vicenç Navarro: "El BCE, el lobby de la banca". Público, 8 de diciembre de 2011.
[7] Ibid.

viernes, 18 de mayo de 2012

Diccionario de la Crisis: deuda pública

deuda.
(Del lat. debĭta, pl. n. de debĭtum, débito).
~ pública. 
1. f. Deuda contraída por los estados de la Eurozona con la banca privada a causa del particular funcionamiento del Banco Central Europeo. El Banco Central Europeo presta dinero exclusivamente a los bancos privados a un interés muy bajo, dinero con el que éstos compran bonos públicos a aquellos estados necesitados de liquidez. Debido al alto interés de los bonos, los estados se ven obligados a endeudarse aún más, de nuevo con la banca privada, entrando así en un círculo vicioso que conlleva a un continuo aumento de la deuda pública. En vez de exigirse una reforma del BCE, de modo que permita la compra de deuda pública directamente a los estados, se aprovecha la coyuntura para realizar recortes en el gasto público de los estados, lo que acaba repercutiendo negativamente en los servicios públicos y la calidad de vida de los ciudadanos. 

jueves, 17 de mayo de 2012

Memoria histórica: "así es normal que el aspecto cultural y social nos separe de Europa a gran distancia"

Merece la pena leer este fragmento rapeado por Toni, de los Chikos del Maíz, para el programa de televisión La Tuerka. Magnífica reivindicación de la necesidad de memoria histórica sin caer en el tópico de la equidistancia en la Guerra Civil Española, según el cual ambos bandos tuvieron parte de culpa de lo que ocurrió, olvidando peligrosamente que aquella guerra fue consecuencia de la agresión del bando fascista a todos quienes se sacrificaron por defender la democracia.
[...]
Y es que la pasividad me quema tanto
como esas pelis sobre la Guerra Civil y Franco.
Que no se mojan aunque tengan mucho que decir
porque no quieren herir la memoria de ambos bandos.
¿De ambos bandos? Es flipante
¿Qué están contando esos cobardes?
Las únicas heridas que se abren fueron las de la Guerra,
guerra-sangre y guerra-hambre. 
Es indignante que sean equidistantes
entre asesinos y los que defendían democracia.
Así es normal que el aspecto cultural y social
nos separe de Europa a gran distancia. 
Puta democracia de coña apoyada por la izquierda:
son una bajada, si este país fuese demócrata como toca
la Falange ya no estaba y en la puta cárcel Fraga. 
Pero aquí es tan poco el se moja
que hasta a las Trece Rosas les quitaron lo de rojas
despojándolas de su dignidad y sus principios
y, por ser correctos, se han reído de sus fosas. 
Y luego está de Loach "Tierra y libertad",
un ejercicio de cómo tergiversar la realidad
que incluso puedo aceptar, pero es un mal largometraje
del que si hay algo peor que su guión es su doblaje.
Vamos a dejar las cosas claras ya,
por supuesto que nuestros muertos valen más,
porque los nuestros murieron por defender
y Paracuellos es una historia que hay que volver a hacer 
[...]


martes, 15 de mayo de 2012

Diccionario de la Crisis: devaluación interna

devaluación.

~ interna. 
1. f. Aplicación simultánea de recortes de precios, costes y -fundamentalmente- salarios con la intención de recuperar la competitividad de un estado, aunque ello suponga en la práctica la degradación del nivel de vida de sus habitantes.* 
2. f. Flexibilización a la baja de la remuneración salarial por trabajador.**



[*] "El sur de Europa registra ya una devaluación vía sueldos". El País, 13 de mayo de 2012.
[**] Uno de los objetivos de la reforma laboral de 2012.

martes, 8 de mayo de 2012

Ahora que se acerca el 12M

El aniversario de los movimientos de indignación en España ha de corresponder con un ejercicio de autocrítica tanto de los simpatizantes de estos movimientos como de las principales fuerzas progresistas, condenados a entenderse en una época en las que las condiciones objetivas para un cambio social son tan evidentes.

El 12 de mayo supondrá la vuelta a las calles de un gran número de personas. Esta vez, a diferencia de hace un año, las movilizaciones se extenderán a ciudades de todo el mundo. Habida cuenta de la época que estamos viviendo, hay que valorar positivamente cualquier movimiento crítico hacia el neoliberalismo, aunque también es cierto que los movimientos de indignación no pueden dejar pasar la oportunidad de reflexionar sobre su presente y su futuro.

En una primera etapa, el 15M supuso el despertar de una parte de la población que hasta aquellos momentos había estado aletargada. La sociedad del consumo, el Estado del Bienestar, los medios de comunicación, habían actuado hasta entonces como narcóticos para una ciudadanía que peligrosamente se había desvinculado de la realidad política del país. El pan y circo era, en aquellos momentos, más efectivo que nunca. El lenguaje se había pervertido. Lo políticamente correcto se había convertido en el más perfecto ejercicio de censura, la autocensura. Términos como "izquierda" habían sido apropiados por los partidos de la Tercera Vía europea; los trabajadores de oficina ya no decían sentirse obreros; la lucha de clases, se hacía convertido en un tabú que evocaba a conceptos políticos decimonónicos. Todo concepto tenía inexorablemente que pasar por el tamiz del pensamiento único.

Sin embargo, la crisis de 2008 fue instrumentalizada para justificar el desmontaje del Estado del Bienestar, la desaparición del crédito fácil dificultó el consumo y las nuevas tecnologías de difusión a través de Internet ensombrecían la capacidad de adoctrinamiento de los medios de comunicación. La sociedad, desclasada casi en su totalidad, comenzaba a despertar, a preguntar por los culpables de la situación. La población había pasado del limbo de la clase media al infierno de la lucha de clases. Una lucha que siempre había estado ahí, que pasaba entonces una nueva etapa de mayor agresividad.

Del inmovilismo se pasó a las manifestaciones, a las acampadas, a las asambleas. En ese primer momento la consigna en la cabeza de muchos bien podría ser realizar demostraciones de disconformidad con la nueva situación tan hostil. Aún era pronto para hablar de lucha de clases, de izquierdas, de derechas, de burgueses o proletarios. Simplemente, el pueblo tomó la decisión de salir a las calles y había que estar ahí.

Qué duda cabe de que la consigna de mantener una actitud apartidista en las asambleas fue un acierto. No olvidemos que la sociedad española, sumida en el bipartidismo, adolecía -y aún adolece- de una incultura política consecuencia del bombardeo mediático según el cual sólo tiene sentido apoyar a quien tiene posibilidades de vencer. La cultura del voto útil que tanto daño ha hecho -y sigue haciendo- a esta forma imperfecta de democracia. De ahí, bajo la restricción de no hablar de política partidista, la consigna fue la indignación. Término propuesto por Stéphane Hessel en su libro ¡Indignaos! que, por entonces, el establishment mediático no había puesto en la lista negra de lo políticamente incorrecto.

Fruto de la mencionada incultura política que adolecía la sociedad, el único camino posible para asegurar el éxito de las asambleas era compartir conocimientos, explicar del modo más sencillo -y en ocasiones excesivamente aséptico- las contradicciones del sistema capitalista para que los asistentes fueran tomando conciencia de clase. Por supuesto, las asambleas abiertas corrían el peligro de infiltraciones de todo tipo de gente que deseaba instrumentalizarlas para su particular beneficio. Numerosos simpatizantes del Partido Popular que tomaron las calles el 15 de mayo de 2011, no estarán presentes el próximo 12, puesto que encontraron en aquella fecha la oportunidad perfecta para desgastar aún más al Partido Socialista con vistas a las elecciones del 22 de mayo de aquel mismo año. También se reconocen intentos de infiltraciones de grupos anarcocapitalistas, otros de tintes fascistas, sectas como Zeitgeist, e incluso de personas próximas al Opus Dei[1].

Cualquier movimiento social sufre el peligro de ser absorbido por el enemigo a combatir. Sin embargo, no cabe duda que la gran mayoría de los ciudadanos que deciden apoyar al movimiento 15M lo hacen porque desean que las cosas cambien. Ahora bien, no podemos esperar de inicio que se den las condiciones para un cambio global. Si a aquellas personas sentadas en las plazas durante junio del año pasado les hablamos de Marx o Lenin, simplemente salen huyendo. Hay que insistir en recordad que el discurso clásico de la izquierda ha sido destruido por el establishment. Y ahí el error de muchos ortodoxos de la izquierda. ¿Se esperaban que hablando de revolución los indignados concentrados en las plazas iban a realizar espontáneamente la toma de la Bastilla?

Ahora es el momento de estar ahí, escuchar los discursos de los movimientos de indignación, participar activamente -puesto que no dejan de ser movimiento asamblearios-, velar para que no sean apropiados por gropúsculos que pudieran tergiversar las condiciones para una revolución de clase. Hay quien acusó al movimiento 15M de fomentar una revolución naranja[2], es decir, una pseudorevolución controlada que tan sólo sirva para aliviar la presión del descontento social para, finalmente, no llevar a nada. No obstante, también hay que recordar la existencia de múltiples plataformas de izquierda anteriores a mayo de 2011 que han sabido integrarse en los movimientos de indignación, dotándolos de la necesaria base didáctica para mantener claro el objetivo de lucha por la justicia social.

Otro elemento a tener en cuenta es el resurgir de los partidos filofascistas en toda Europa. Los recientes casos de Grecia y Francia son un claro ejemplo del ascenso de estas ideologías que insultan a la inteligencia del ciudadano a base de adoctrinarlo con argumentos simplistas como la tradición, la patria o la raza. Desgraciadamente, una población oprimida por la desprotección social, desencantada con las políticas del bipartidismo clásico corre peligro de canalizar su natural frustración hacia estos partidos. La Europa de los años 30 del siglo pasado nos enseñaron bien la lección al respecto. La existencia de movimientos sociales alternativos como el 15M ha de actuar de cortafuegos contra las tendencias populistas.

El movimiento 15M se enfrenta a una nueva etapa de su existencia: un año de asambleas, reuniones,  movilizaciones, supone una experiencia que ha de servir para algo. El objetivo ha de ser el despertar de la conciencia de clase. El camino, a pesar de las críticas, se está recorriendo. El inicial discurso de "no nos representan", que culpabilizaba a los políticos de todos los problemas, ha evolucionado hasta señalar a la banca y las grandes corporaciones como el gran problema. Ya se habla de una distinción clara entre "los de arriba" y "los de abajo". De ahí a hablar de burguesía y proletariado hay sólo un paso.

Por todo lo aquí expuesto, merece la pena renovar el voto de confianza hacia el movimiento 15M. Las agresivas políticas de recortes del actual Gobierno sólo servirán para multiplicar las condiciones objetivas para una revolución de clase. Recordemos que gran parte de los impulsores de los movimientos de indignación han sido gente de las llamadas clases medias y media-altas, con empleo estable, que ven peligrar su estatus. Es cuestión de tiempo de que comiencen a darse las causas subjetivas para que una ruptura con el sistema actual sea posible.


[1] "¿Quién destruye la lucha del 15 M?". Kaos En La Red, 7 de mayo de 2012.
[2] "¿15m y revolución naranja?". 15 de enero de 2012.

lunes, 7 de mayo de 2012

La extrema Europa

Los grandes triunfadores de las recientes elecciones presidenciales en Francia y Grecia han sido los partidos de ultraderecha. Gracias a efectivos discursos simplistas de corte ultranacionalista y xenófobo, parte de la sociedad comienza a ver a estas agrupaciones como una opción de voto, alternativa al clásico bipartidismo que ha alternado el poder en estos países.

El fantasma del populismo más exacerbado recorre Europa. No es casual el importante apoyo que las fuerzas más reaccionarias han recibido en las recientes elecciones celebradas en Francia y en Grecia. Europa no puede permitirse un retroceso a los años treinta del siglo pasado, época en la que el extremismo condujo al pueblo de todo el continente a la calamidad y el sufrimiento. Sin embargo, hay signos que indican que se camina en tal dirección.

"Levantaos, mostrad respeto al líder" fueron las palabras que pronunciaron los guardaespaldas de Nikos Mijaloliakos, el máximo responsable de la organización Χρυσή Αυγή (Amanecer Dorado), al inicio de la rueda de prensa que éste daría con motivo de los resultados obtenidos por este partido filonazi en las elecciones de mayo de 2012. La negativa a cumplir tal orden implicaba la expulsión de la sala[1].

Mientras tanto, en Francia, un más sutil Front National (Frente Nacional) ha ido atrayendo para sí el voto de una ciudadanía acrítica, descontenta con las políticas de austeridad de Sarkozy, atenazada por las galopantes cifras del paro, que no alcanza a comprender el verdadero origen de los problemas que afectan a Europa.

En ambos casos, el discurso es el mismo. Un discurso con profundas raíces fascistas, que busca el apoyo fácil entre los principales perjudicados por la situación actual, los trabajadores, quienes son convertidos en masa acrítica, moldeable desde proclamas dogmáticas, aparentemente contrarias al sistema que ha llevado a la actual situación de crisis y desempleo.

Sin embargo, todo el discurso se reduce a culpabilizar al sindicalista, al inmigrante, al resto de Europa, para finalmente incluir en un mismo saco a quienes no acaten sus ideas. Patria, nación, tradición son los valores en los que aquellos partidos se apoyan para finalizar afirmando, en el caso de Mijaloliakos, que "ha llegado la hora del miedo para los traidores de la patria"[2].

Este discurso tan peligroso no se limita a estos países. Partidos de ideología filofascista han conseguido escaños en varios parlamentos europeos. Entre la Austria del extremista Jörg Haier al populismo del finlandés Timo Soini, nos encontramos el surgir de la islamofobia del holandés Geert Wilders o la entrada de antiguos nazis al parlamento de Suecia[3].

El fascismo no es más que el rostro populista del capitalismo cuando éste se desprende de la máscara de la democracia representativa, cuando las libertades y derechos arbitrariamente se identifican con obstáculos para regresar a una normalidad identificada con conceptos rancios como la tradición o la raza. Por desgracia, la derecha neoliberal tampoco está exenta de la tentación del populismo cuando acaba utilizando los mismos argumentos xenófobos y nacionalistas para captar votos y simpatizantes. Prueba de ello son los mensajes de Sarkozy en plena campaña electoral referentes a la población extranjera[4] o la vinculación que sistemáticamente realiza el Partido Popular español de la inmigración con el “fraude”, la “delincuencia”, la “baja cualificación” o “el abuso de ayudas”[5].

Son momentos como el actual, cuando la frustración de la sociedad corre el peligro de ser canalizada por emergentes fuerzas populistas que plantean su disconformidad con un sistema del que no desean dejar de formar parte. El fascismo no es más que una aberración del capitalismo y prueba de ello es que aquél no reniega de las estructuras de clase que lo sustentan. Un ejemplo empírico es el respaldo que Hitler recibió por parte de las grandes empresas alemanas o la financiación de un importante banquero español al golpe de estado de Franco a la República Española[6]. El palabras de Bertolt Brecht[7]:
Para mi, el fascismo es una fase histérica del capitalismo, y, por consiguiente, algo muy nuevo y muy viejo. En un país fascista el capitalismo existe solamente como fascismo. Combatirlo es combatir el capitalismo, y bajo su forma más cruda, más insolente, más opresiva, más engañosa. 
Entonces, ¿de qué sirve decir la verdad sobre el fascismo -que se conde­na- si no se dice nada contra el capitalismo que lo origina? Una verdad de este género no reporta ninguna utilidad práctica. 
Estar contra el fascismo sin estar contra el capitalismo, rebelarse contra la barbarie que nace de la barbarie, equivale a reclamar una parte del ternero y oponerse a sacrificarlo.
Ahora más que nunca, las fuerzas auténticamente progresistas han de convertirse en la alternativa que canalice la frustración de la sociedad, la vacuna que evite su conversión en masa informe y moldeable por los intereses populistas, ese soplo de inteligencia que conduzcan al pueblo a tomar conciencia de clase, para comprender así que cada recorte, ajuste o pérdida de derechos no es más que un ataque a traición desde la clase antagonista que representan los grandes oligopolios del capital.


[1] "«Levantaos, mostrad respeto al líder»". Público, 7 de mayo de 2012.
[2] Ibid.
[3] "Finlandia confirma el ascenso de la nueva extrema derecha en Europa". Público, 19 de abril de 2011.
[4] "Sarkozy adopta las ideas de la ultraderecha". La Sexta Noticias, 24 de abril de 2012.
[5] "El PP afianza su deriva xenófoba con su ataque a la inmigración". El Plural, 26 de abril de 2012.
[6] "El financiador de Franco". Diario de Mallorca, 10 de marzo de 2012.
[7] Bertolt Brecht (1934): Las cinco dificultades para decir la verdad

miércoles, 2 de mayo de 2012

Primero de Mayo, un primer paso hacia la toma de conciencia de clase

Por vez primera en décadas muchos de los discursos tras las clásicas manifestaciones del 1 de mayo de 2012 han señalado tímidamente al gran capital como el enemigo de la clase trabajadora. El creciente número de movilizaciones del Primero Mayo ha de servir como primer paso para recuperar una conciencia de clase que, por desgracia, gran parte de los trabajadores ha olvidado.

Este Primero de Mayo ha sido quizás el más emblemático que se recuerda de las últimas décadas en el Estado español. No se trata tan sólo de la creciente -aunque aún insuficiente- afluencia de personas a las múltiples movilizaciones organizadas a lo ancho de la geografía estatal, sino de las circunstancias tan duras a las que se enfrenta la clase trabajadora, hoy más patentes que nunca.

Recortes de derechos, destrucción de los pilares básicos del Estado del Bienestar, precariedad laboral, indefensión, continua degradación de la calidad de vida de la mayoría de los ciudadanos. Circunstancias que retrotraen al trabajador en una situación de debilidad cada vez más próxima a lo vivido en los peores años del siglo XX o, incluso, el XIX.

La ciudadanía comienza a despertarse del sueño de la democracia para enfrentarse a la cruda realidad de la llamada dictadura de los mercados. Los grandes poderes, que ya no necesitan de edulcorantes para contener las justas aspiraciones de los trabajadores, ahora pueden emprender abiertamente su particular guerra contra su clase antagonista, la clase obrera.

El Gobierno de Mariano Rajoy ha mostrado su verdadero papel de capataz de los grandes poderes, tras dejar claro que seguirá recortando lo que le plazca, por muchas protestas que hayan[1]. Recortes, ajustes, ponderaciones, eufemismos todos que esconden la realidad de una democracia cercenada, herida de muerte incluso antes de haber llegado a su madurez.

Las movilizaciones del Primero de Mayo no son una simple demostración de fuerza o número por parte de la clase trabajadora, han de ser el primer paso hacia una toma de conciencia de clase. Por primera vez, en mucho tiempo, el discurso común en las múltiples -y divididas- movilizaciones ha ido en aquella dirección. La sensación de cumplimiento de un ritual un año más se ha diluido en beneficio de mensajes claros, combativos, que tímidamente llaman a la movilización, a llenar las calles como medio de protesta.

De por sí, este Gobierno no va a cambiar su actitud agresiva a los trabajadores. Las movilizaciones, incluso siendo masivas, las ignorará una y otra vez, incluso continuará legislando para disuadir a parte de la población a realizar protestas. Inevitablemente, el creciente descontento de los trabajadores ante las políticas neoliberales tendrá como resultado más gente en las calles. El gran desafío de sindicados y organizaciones progresistas será la recuperación de un frente común que permita demostrar fuerza y unidad de clase. Del resultado de este formidable pulso entre Gobierno y ciudadanía, entre mercados y trabajadores, se determinará la calidad democrática de los tiempos venideros. La movilización ha de ser la herramienta fundamental para la toma de conciencia de clase y de lucha por preservar los valores democráticos y justicia social por parte de la clase trabajadora.


[1] "Rajoy defiende los recortes y anuncia reformas ´cada viernes´". El Economista, 29 de abril de 2012.